Opinión | Editorial

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El debate interno de Esquerra

Los republicanos han mantenido un rumbo alejado del rupturismo y abierto al diálogo, que ha sido reconocido por los electores

Gabriel Rufián, durante su discurso en la última jornada de la investidura.

Gabriel Rufián, durante su discurso en la última jornada de la investidura. / periodico

La reacomodación del espacio posconvergente a la realidad política de Catalunya en el escenario posterior al 1 de octubre ha tensionado al PDECat, escindido por el liderazgo remoto de Puigdemont que apuesta por relegar, si no disolver, el propio partido en favor del proyecto hasta ahora embarrancado de la Crida, y la marginación de las sensibilidades más cercanas a un análisis realista de la situación. Esquerra Republicana de Catalunya, con un liderazgo incontestado de Oriol Junqueras desde la cárcel, se ha mantenido en cambio a salvo de este tipo de agitación y ha mantenido, a pesar de la tensión que supone estar al albur de una sentencia que se teme dura, un rumbo alejado del rupturismo y abierto al diálogo, en Madrid y con el resto de la sociedad catalana.

Sin embargo, la sentencia del juicio del 1-O, las presiones para que ERC siga el ritmo que le quieran marcar con la partitura de la unidad independentista y la necesidad de definir una estrategia electoral ante una convocatoria electoral en un contexto acalorado, abrirá un debate interno en el que no faltan voces que reclaman un giro hacia el unilateralismo y la confrontación contra «el 155». Un giro, con todo, improbable, ante la evidencia de que estas voces son más intensas fuera que dentro del partido (en una nueva versión de los 'pressing' que han marcado la escalada del ‘procés’ pero que por su virulencia pueden tener como efecto un cierre de filas) y, sobre todo, del hecho de que el rumbo seguido en el último año por parte de ERC ha sido reconocido por los electores.