LA CLAVE

¡Es la pobreza!

El mena y el parado crónico quizás no tengan conciencia de que juegan en el mismo equipo, el que va perdiendo el partido de la historia. Incluso a pesar suyo, la pobreza les une más de lo que les separan la raza y la cultura

Menores no acompañados duermen en la iglesia de Santa Anna, en Barcelona.

Menores no acompañados duermen en la iglesia de Santa Anna, en Barcelona. / Ferran Nadeu

LUIS MAURI

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Yasin no se llama Yasin ni es uno, sino muchos. Dejó Marruecos siendo un niño. Un niño solo. En el camino se jugó la vida, sufrió penalidades y gastó el poco dinero de su familia. Un viaje desesperado en busca del paraíso.

El paraíso no es como lo pregonaban los que le habían precedido. Cuando comprendió que aquellos relatos opulentos estaban armados de fantasía para enmascarar la frustración ya era tarde. Yasin soñaba con ser cardiólogo. Ahora vive en Barcelona bajo la tutela de la Generalitat y se conformaría con un trabajo de fontanero, de hecho la fontanería y la cardiología comparten no pocos conceptos: válvulas, conducciones, bypass… Algunos días le invade el desasosiego y ve inalcanzable también el plan b. No tiene permiso de trabajo y cuando llegue a la mayoría de edad, ya cercana, perderá la tutela oficial.

Regresar, no, eso nunca, no soportaría la vergüenza. Con los días, un espanto afilado le encoge el estómago. Teme acabar como muchos de sus compañeros, quizás carentes de su determinación. Viven en las calles, enganchados a la cola y al tirón, a veces a la navaja.  Niños rotos, hombres salvajes.

Competencia feroz

Francesc no se llama Francesc ni es uno, sino muchos. Nació en Terrassa y en Terrassa se le hundió la vida. Obrero de la construcción, está en paro desde hace nueve años. Fue despedido a los 46 y desahuciado del piso a los 50. La madre de todas las crisis. Escasa formación y menos futuro. Dependiente de los servicios sociales, considera estar sometido a una competencia feroz con muchos inmigrantes tan pobres como él. Francesc cree o le han hecho creer esto, y también que ellos no son como él, que ellos vienen a aprovecharse y a robar. No como el cuñado de Francesc, que factura sin IVA, o el jerarca político que muerde el 3% de la obra pública que adjudica.

Francesc y Yasin quizás no tengan conciencia de que ambos juegan en el mismo equipo, el que, Warren Buffet dixit, va perdiendo el partido de la historia. Incluso a pesar suyo, la pobreza, la clase, les une más de lo que les separan la raza y la cultura. Ni siquiera Trump lo duda: acaba de anunciar una reforma legal para denegar la residencia en EEUU a los inmigrantes legales que reciban ayudas sociales. Solo a ellos, a los pobres.