Plácido Domingo

Maestros del subtexto

El patrón es claro: hombres poderosos e influyentes en su sector, de trayectoria consolidada que abusan de mujeres jóvenes que están empezando su carrera

El tenor Plácido Domingo, en el Palau de les Arts de Valencia.

El tenor Plácido Domingo, en el Palau de les Arts de Valencia. / periodico

Marta Buchaca

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“La gente que me conoce o que ha trabajado conmigo sabe que no soy alguien que pueda hacer daño, ofender o avergonzar a alguien de manera intencionada. Sin embargo reconozco que las reglas y valores por los que hoy nos medimos, y debemos medirnos, son muy distintos de cómo eran en el pasado.” Así se defiende Plácido Domingo de las acusaciones contra él de nueve mujeres por supuesto acoso sexual.

El subtexto de las declaraciones del tenor es evidente: alegando que su comportamiento no estaba mal visto en el pasado, lo que hace es afirmar que existió. Y es que los hombres que se comportan de esa manera son los maestros del subtexto. “¿Tomamos una copa? Me gusta mucho como actúas” “¿Vienes a cenar conmigo? Me gustaría que comentáramos la próxima obra que voy a dirigir. Hay un papel que podrías hacer muy bien”. Si no vas, no tienes el papel, si vas, y acabas en la cama con él, seguramente sí.

El patrón es claro: hombres poderosos e influyentes en su sector, de trayectoria consolidada que abusan de mujeres jóvenes que están empezando su carrera. Directores, actores o productores que intentan seducir a la chica joven del reparto dando por hecho que no les va a decir que no porqué si lo hacen: “¿Tú sabes a quién estás diciendo que no?” Algunas dicen que sí, y las que se niegan tienen que soportar meses de ensayos y funciones siendo acosadas con total impunidad y con la complicidad de toda la compañía.

Hace un tiempo las actrices catalanas crearon el hastagh #seractriués para visualizar el agravio de género que sufren las actrices. Pero los que nos dedicamos a esto sabemos que suceden cosas más graves de las que allí se exponían. Secretos a voces de los que nadie habla abiertamente: que tal director mete mano a las actrices, que tal actor te mete la lengua hasta la garganta si le toca besarte en escena, que ese director llamó a no sé cuantas actrices para un casting dónde el personaje tenía que desnudare, solo por el gusto de ver a decenas de actrices en pelotas. Muchos son los abusos que se sufren en nuestra profesión y que todavía gozan de total impunidad: que un profesor de interpretación use su preminencia para irse a la cama con una alumna a la que triplica la edad, que un director se crea con el derecho de besar en la boca a las actrices de la compañía, que un productor haga personalmente el casting de la película a las cinco actrices finalistas y que haga que se desnuden cuando no salen desnudas en ninguna secuencia, etc, etc, etc.

Lo de Plácido era “un secreto a voces” y una mezzosoprano afirma que era una tradición oral advertir a las mujeres sobre su comportamiento abusivo. Es cierto que ahora no hay la impunidad de entonces, pero no nos engañemos ni nos confiemos, porque ese tipo de abusos se siguen dando a diario. Un claro señal de que los tiempos no han cambiado tanto como nos quieren hacer creer es que de las nueve mujeres que han denunciado a Plácido Domingo, solo una ha querido dar su nombre, la mezzosoprano Patricia Wulf.  El resto alegan mantener el anonimato por miedo a las represalias en su carrera.