MIRADOR

La solvencia de un liderazgo

Hay que dar una respuesta al Estado lo más amplia posible, que no se asemeja a la más pura

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zentauroepp47806034 grafcat7383 sant joan de villatorrada barcelona 18 04 20190426191523 / SUSANNA SÀEZ

Sergi Sol

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En Catalunya, los llamados anticapitalistas quieren recuperar viejos liderazgos para relanzar un proyecto político atascado, por lo menos electoralmente. Lógico. Lo insólito es prescindir de aquello que funciona para forzar un relevo. Si tienes a Messi en el equipo, juega mientras tenga futbol y quilómetros en las piernas. A nadie se le ocurre quitarlo para dar paso a ambiciosos canteranos, ansiosos, calentando la banda.

Es llamativo que, por contraste, en Irlanda del Norte, el movimiento republicano haya tenido durante décadas un liderazgo en las personas de Gerry Adams y Martin McGuinness, solo quebrado tras la muerte de este último. En el País Vasco ha ocurrido con el sólido liderazgo de Arnaldo Otegi. También con el de otros dirigentes, como el europarlamentario navarro Pernando Barrena, entre otros. Una espina de experiencia vale más que un bosque de advertencias.

Solo hay que escuchar un par de frases de Otegi para advertir un hombre inteligente. Luego está el carisma. Y además tiene autoridad, moral y política. Por si no fuera suficiente, es un tipo elegante, que no es menor cuando tienes tanta exposición pública. Un líder nace ocasionalmente y rara vez se construye.

Navarra ha elegido estos días a su presidenta foral, la socialista Chivite. Bildu, la coalición que lidera Otegi, tomó una decisión valiente, puesto que se atrevió a permitir la investidura de la candidata de un partido que se ha significado ferozmente contra la izquierda aberzale y mandado a prisión a todos sus dirigentes, incluído el mismísimo Otegi. Además, lo hizo cuando el líder de la izquierda aberzale trataba de lograr que ETA abandonara las armas. ¡Aviso a navegantes! Menudos son estos.

Es una decisión audaz que, además, evidencia inteligencia estratégica y una apuesta a largo plazo, calibrando la actual correlación de fuerzas. Lo fácil hubiera sido dejarse llevar por la inercia, por el resquemor. A vueltas con lo de siempre. Y no. Bildu hace política y la hace con mayúsculas cuando antepone una decisión compleja y difícil a sus querellas históricas con los socialistas.

Cuánto vamos a echar en falta en Catalunya esa serenidad y madurez si la tentación (y la provocación) empujan a tomar decisiones estomacales. Y no va a ser fácil. El único Otegi en Catalunya está en la cárcel, desde noviembre del 2017. Y lo van a condenar con dureza, con la misma que aporrearon a ese Otegi que trataba de sacar a la izquierda aberzale del atolladero. Ojalá el independentismo catalán sea capaz de tomar nota, de retomar el pulso a la situación y de fijar un rumbo, que no es lo mismo que ir dando tumbos chillando, a lo lejos, como Juan Sin Miedo.

Todo apunta a que el Estado se va a cebar en los presos del 1 de Octubre. Como ocurriera con Otegi y con los que trataban de sembrar la paz ante un Estado cómodo ante una huida hacia adelante. Hay que dar una respuesta lo más amplia posible, que no se asemeja a la más pura. Una respuesta de futuro, audaz, firme y a su vez realista, porque no hay nada peor que andar por la vida pavoneándose como pollo sin cabeza.