OBITUARIO

Un periodista entusiasta

Carlos Pérez de Rozas inyectaba siempre optimismo en el proyecto que tenía delante

Carlos Pérez de Rozas, en la exposición 'Pérez de Rozas. Crónica Gráfica de Barcelona 1931-1954'.

Carlos Pérez de Rozas, en la exposición 'Pérez de Rozas. Crónica Gráfica de Barcelona 1931-1954'. / periodico

Joan Tapia

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Tenía 71 años, pero seguía lleno de fuerza. Era un periodista entusiasta. E inyectaba siempre optimismo en el proyecto que tenía delante. Lo volví a comprobar en la cena -la última- que el pasado 29 de mayo compartí con él y con Antonio Franco, su gran amigo y director fundador de EL PERIÓDICO, para -entre otras cosas- comentar la nueva etapa que se abría a este diario tras integrarse en el grupo Prensa Ibérica.

Miembro de la tercera generación de una famosa saga de fotoperiodistas barceloneses, creo que la primera vez que oí a hablar de él en singular -no como familia- fue mediados los setenta cuando junto a otros seis jóvenes periodistas 'izquierdosos' fue apartado de la revista Destino que acababa de comprar un entonces joven y ambicioso Jordi Pujol. Luego fue, junto a Fermín Vilchez, el responsable del diseño de EL PERIÓDICO, uno de los diarios -el único que ha sobrevivido con éxito- de los que se fundaron en el tardofranquismo y la transición.

Pérez de Rozas, entusiasta, inquieto e incondicional de sus amigos, dejó EL PERIÓDICO -donde su hermano Emilio sigue siendo un puntal de su sección de Deportes- cuando Antonio Franco pasó a ser (antes de volver a este diario) director de la edición catalana de El País. Yo, coincidí con él en La Vanguardia, poco antes de ser director de este rotativo, porque había sido fichado por Paco Noy, el anterior director, para preparar el cambio de diseño y el abandono de las portadas de huecograbado, que se habían hecho imprescindibles para que el rotativo fundado a finales del siglo XIX afrontara los nuevos tiempos.

Vuelos transoceánicos

Pérez de Rozas tuvo un papel destacado en aquel cambio impulsado por Javier Godó y que fue pilotado desde el estudio neoyorkino de Milton Glaser. Ha sido pues clave en el diseño de los dos grandes rotativos barceloneses. Primero, EL PERIÓDICO y luego La Vanguardia. Su entusiasta dedicación le hizo vencer entonces el miedo al avión que le sumergía en días de preocupación expuesta sin complejos antes de cada uno de sus necesarios vuelos trasalánticos. Luego este temor desapareció y durante su colaboración con el estudio de Toni Casas viajó con frecuencia a la Europa del Este y Latinoamérica. Y la verdad es que sus relatos llenos de anécdotas de estos viajes -y de los diarios en cuyo diseño intervino- me han ayudado a entender la extraordinaria variedad del mundo y de las empresas periodísticas. Su conversación era siempre, pese a lo que fuere, optimista, con un entusiasmo sólo homologable con el que ponía en los proyectos de su mujer, Carmen Canut, y en los de su hijo, un joven cocinero que acaba de abrir las puertas en Barcelona. Y es que la gastronomía, combinada con la charla larga y libertaria pero con norte, era otra de sus aficiones, compartida con el “puto golf”, como dice Antonio Franco al comentar esta inclinación de Carlos.

Algunos dicen -con cierta crítica- que su entusiasmo era exagerado. Quizás. Pero con Carlos Pérez de Rozas desaparece un gran periodista de curiosidad poco saciable, una clara inclinación progresista (sin adjetivos) y una aptitud envidiable para saborear la vida teniendo como premisa que es necesario superar las inevitables limitaciones (e incluso miserias). Y que una razonable sobredosis de entusiasmo es conveniente y saludable.

Juan Tapia es presidente del Comité Editorial de El Periódico. Fue director de La Vanguardia de 1987 a marzo del 2000.