El cuarto partido

En algunos espacios de la ANC sigue latente la apuesta por articular un nuevo partido político independentista más allá de Junts per Catalunya, ERC y la CUP

Puigdemont interviene a través de un vídeo y desde suelo alemán en el acto independentista de Estrasburgo, en Francia, el día de la constitución del Parlamento Europeo.

Puigdemont interviene a través de un vídeo y desde suelo alemán en el acto independentista de Estrasburgo, en Francia, el día de la constitución del Parlamento Europeo. / periodico

Roger Palà

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Carles Puigdemont ha alertado esta semana de que sería "preocupante" una "deriva antipartidos" de la Assemblea Nacional Catalana (ANC). Las declaraciones de Puigdemont llegan después de que los 'exconsellers' de ERC Josep Huguet y Anna Simó alertaran en las redes que no irían a la manifestación de la Diada convocada por la ANC porque "un grupo de exaltados la quiere convertir en un aquelarre purificador contra traidores", con una música "antipartidos y especialmente anti-ERC ".

Las críticas aparecen cuando ha trascendido que la ANC ha decidido excluir a los partidos de la "zona VIP" de la manifestación del 11-S. Pero esta decisión es sólo la guinda del pastel. Ya hace tiempo que la "música antipartidos" de la que habla Huguet sobrevuela algunos espacios del independentismo, especialmente en el seno de la Assemblea. Hay un discurso que afirma que los partidos que han gobernado Catalunya los últimos años han "dado la espalda al mandato del 1 de octubre", y que la independencia ha dejado de ser el objetivo prioritario de estas formaciones. Ejemplo de ello serían los numerosos acuerdos municipales con el PSC a los que han llegado ERC y JxCat tras las elecciones del 26-M, o la abstención de ERC en la investidura de Pedro Sánchez.

El malestar con la Assemblea es especialmente profundo en ERC, donde consideran que la ANC practica un doble rasero y que las críticas a la "falta de unidad" que periódicamente esgrime no hacen más que avalar las tesis convergentes en su eterna estrategia de cooptación de los republicanos. No le falta razón a ERC en este análisis: la hegemonía que durante años ha tenido el mantra de "la unidad" en el campo soberanista le ha ido como anillo al dedo a los neoconvergentes para evitar que Esquerra apostara por realizar alianzas con los 'comuns', el PSC o la CUP. ¿Alguien se imagina qué habría pasado si hubiera sido ERC y no JxCat quien hubiera hecho presidenta de la Diputación a la socialista Núria Marín?

Sin embargo, es posible que los últimos movimientos de la ANC sea necesario leerlos en otra clave. Y es que hace muchos años que hay quien cree que en el independentismo hay espacio para otro partido político que priorice a capa y espada el discurso del "primero, la independencia". Un partido aparentemente sin ideologia, "ni de izquierdas ni de derechas", pero escorado en la práctica hacia el liberalismo.

Los "independentistas auténticos" impulsaron en su día formaciones como Reagrupament y Solidaritat. Y algo parecido ha ensayado recientemente sin éxito Jordi Graupera en la alcaldía de Barcelona. Graupera, de hecho, contó con el aval de la ANC a través de la iniciativa Primàries. Una iniciativa que en la práctica terminó convirtiéndose en una candidatura impulsada por la ANC al margen de los partidos las pasadas municipales en varias localidades, con un éxito más que limitado y añadiendo aún más confusión al mundo soberanista.

¿Hay espacio para un cuarto partido 'indepe'? Las dudas son más que razonables, pero parece que hay quien está dispuesto a intentarlo.