Las tendencias de la opinión pública catalana

Catalunya quiere la negociación

La división entre independentistas y constitucionalistas esconde que la gran mayoría, más del 80%, desea una solución pactada

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catalunya / LEONARD BEARD

Joan Tapia

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Dos encuestas muy recientes -la de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA y la de Centre d'Estudis d'Opinio (CEO) de la Generalitat- confirman aparentemente la foto fija desde hace algunos años. Catalunya está partida en dos mitades prácticamente iguales, pero la ley electoral española (no hay ley catalana por la falta del consenso exigido en el Estatut) que prima a las provincias pequeñas blinda la escasa mayoría absoluta del independentismo.

En ambas encuestas el independentismo tendría un mínimo de 69 diputados cuando la mayoría absoluta es de 68 y podría pues -si no hay ruptura interna y la CUP (6 diputados) lo bendice- seguir gobernando.

Pero esta primera impresión esconde el hecho de que la opinión pública catalana se va moviendo. En efecto, los que dicen querer que Catalunya sea independiente han bajado en unos meses casi cinco puntos y con el 44% son sobrepasados con claridad (48,4%) por los que no la quieren.

Solo el 9% de los catalanes apuesta ahora por el unilateralismo que proclaman Torra y Puigdemont 

Además, los que creen que Catalunya “debería ser” un Estado independiente (algo diferente a los que lo quieren) han bajado al 34,5%, desde el 39% de la anterior encuesta del CEO y del 48,5% cuando alcanzaron el máximo a finales del 2013, en plena crisis económica y con el Gobierno Rajoy de mayoría absoluta. Ahora este 34% es minoría frente al 27% que aboga por la autonomía constitucional, más el 24,5% de un Estado federal y el 7,8% que prefieren el estatus de región.

Sin embargo, lo más relevante de la encuesta del CEO es que a la nueva pregunta sobre “lo más necesario” para las actuales relaciones entre Catalunya y España solo un 9% de los catalanes se inclinan por la unilateralidad, la posición que sostienen Puigdemont y el 'president' Torra. Son ciertamente bastantes más que el 3,7% que apoya la “mano dura” del Gobierno de Madrid, el nuevo 155 por el que abogan el PP y Cs, pero ciertamente muchos menos que el 42,3% que aboga por un diálogo y una negociación sin límites y el 39,7% que también prefieren negociar, pero solo dentro del marco de la Constitución. Este es el dato relevante, más del 80% de los catalanes son partidarios del diálogo y la negociación lo que indica que la radical división de los catalanes entre independentistas y no independentistas -que muestran los resultados electorales- es menos firme de lo que se cree. Lo más chocante es que solo el 9% de los catalanes sintonizan con el radicalismo que encarna Torra cuando repite el “lo volveremos a hacer”.

Ni el votante de PP y Cs apoya la mano dura

Lo sorprendente e interesante es que en ningún electorado se imponen las tesis radicales del 155 o la unilateralidad. En el electorado del PP y de Cs son solo el 10% los que apoyan la “mano dura” por la que vociferan sus partidos mientras que más del 70% se apuntan al diálogo dentro de la Constitución.

Un varapalo para Pablo Casado y Albert Rivera, no muy inferior al que reciben Puigdemont y Torra ya que los partidarios de la unilateralidad son solo el 22% de los que votan JxC mientras que el 54% prefiere la negociación sin límites e incluso el 19% se apuntan a la negociación en el marco constitucional.

Entre los electores de ERC la unilateralidad solo tiene el apoyo del 13% mientras que el 65% se inclina por la negociación sin límites y el 19% por el diálogo en el marco constitucional.

Y esta negociación dentro de la Constitución se impone en el PSC (75%) mientras que los electores de Catalunya en Comú (Ada Colau y Podemos) se dividen entre el 57% de la negociación sin límite y el 38% del marco constitucional. Se puede colegir pues que muchos electores catalanes votan a partidos con posiciones más extremas que las suyas y que la principal división actual de fondo -en el verano del 2019- no es ya tanto entre independentistas y constitucionalistas sino entre partidarios de la negociación sin límites y los que la quieren acotar al marco constitucional. Es ciertamente una división, pero mucho menos dogmática y dramática.

Y la demostración es que dentro del campo independentista los electores tienden a abandonar a JxC y desplazarse hacia ERC, que ahora hace un discurso más pragmático, mientras que dentro del constitucionalismo el PSC gana fuerza frente al PP y Cs. En efecto, ERC y PSC son, por este orden, los que han ganado las recientes elecciones legislativas y municipales. Y también los dos primeros partidos en las dos encuestas que hoy comentamos.

La conclusión es que Catalunya se mueve y que los partidos menos fundamentalistas, o más pragmáticos, son premiados por los electores. Los dos bloques se agrietan y los menos radicales van sumando apoyos.