La república de las maravillas

ERC intenta sencillamente adaptarse a un nuevo escenario en el que su principal competidor electoral por la izquierda es el PSC

El presidente del Parlament, Roger Torrent, el pasado septiembre.

El presidente del Parlament, Roger Torrent, el pasado septiembre.

Joaquim Coll

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Tras el fracaso de la vía unilateral en el 2017, y ante la imposibilidad de mantener esa promesa, los dirigentes de ERC en lugar de hablar de independencia están recurriendo a la exaltación de la fórmula "república" como sustituto. Un buen ejemplo es el artículo que el fin de semana pasado publicó en EL PERIÓDICO Roger Torrent, presidente del Parlament y posible cabeza de lista cuando se convoquen elecciones autonómicas tras la más que probable inhabilitación de Oriol Junqueras.

Se trata de un texto hueco de contenido, donde se anuncian deseos imposibles de no compartir pero que se harán realidad cuando llegue, no se sabe cómo ni cuándo, esa república soñada capaz de solucionar todos los problemas imaginables, desde el cambio climático hasta el envejecimiento de la población, pasando por el derecho a la vivienda o a un salario digno. "Cuando hablamos de república no pensamos en ejércitos, himnos o banderas. Para nosotros y nosotras, la república son escuelas, hospitales, pensiones, derechos laborales y servicios sociales. Son, en definitiva, oportunidades y esperanzas", afirma Torrent.

En ninguno momento precisa si está hablando de la república como forma de Estado, válida en cualquier lugar del mundo, o de un eufemismo de aquella independencia que en el 2015 los dirigentes de ERC prometieron que se alcanzaría en 18 meses. Si fuera lo primero, tendría que explicar por qué DinamarcaNoruega Suecia, presentadas a menudo como ejemplos de la Ítaca separatista, son monarquías parlamentarias como la española. Es evidente que la creencia de que la forma republicana de Estado conlleva necesariamente políticas sociales más avanzadas no tiene ningún fundamento. En realidad, la verborrea republicana es un refugio ante la falta de estrategia del independentismo y un recurso para atacar a Felipe VI con el objetivo de erosionar uno de los pilares de la Constitución de 1978. 

Otro de los elementos llamativos es que Torrent niegue que su propuesta sea nacionalista o que se trate de un repliegue populista. Esa afirmación es incompatible con las prédicas que desde el 2012 Junqueras ha difundido sobre la existencia de un "expolio fiscal" cuando lo cierto, como reconoce el 'exconseller' Andreu Mas-Colell, es que los catalanes pagamos aproximadamente por renta y recibimos por población y que la financiación de la Generalitat se sitúa en la media autonómica.

Ensoñación utópica

En realidad, la exaltación de la fórmula "república" obedece al agotamiento de la retórica unilateral que movió el 'procés' desde el 2012, pero incapaz de abandonar la ensoñación utópica, ahora bajo la promesa de una república de las mil maravillas. La principal novedad es que la subasta, el pulso radical entre los dos principales partidos independentistas que precipitó la DUI en el 2017, ha dejado de funcionar. ¿Convierte eso a ERC en un partido fiable y moderado? En absoluto. Su actuación política sigue siendo muy errática y no duda en alimentar todo tipo de falsedades. Sencillamente los republicanos intentan adaptarse a un nuevo escenario en el que su principal competidor electoral por la izquierda, sobre todo en el área metropolitana, es el PSC