EL ESCENARIO CATALÁN

Panorama para 'matar'

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Toni Aira

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En 1985 se estrenó Panorama para matar, una de esas películas James Bond que configuraban la época con menos glamour y lustre de la saga. Este 2019, a la vuelta de vacaciones, se abre un curso político en Catalunya bastante en la línea, con sensación generalizada de estancamiento, de poca originalidad y perspectivas. Un panorama, en definitiva, ideal para matar dos grandes carencias que lo lastran.

Buen momento para matar la flagrante falta de liderazgo que sufren la mayor parte de partidos catalanes, y que tiene a Parlament y Govern también sin rumbo. Porque no solo es evidente que no hay unidad estratégica en el independentismo, sino que se evidencia un claro abonarse a la táctica y a la política más reactiva, sin estrategias de reconstrucción o de rediseño a la vista. El PDeCAT, en septiembre, decidirá si diluirse o no (y cómo) en Junts per Catalunya. Para incorporar orden a un espacio político que está hecho unos zorros, y que a partir de ahí debería poder definir más nítidamente el papel de Carles Puigdemont junto con una dirección orgánica que proyecte la sensación de equipo, no de olla de grillos como hasta ahora. En Esquerra, igualmente, tienen a Oriol Junqueras de gran referente, pero ya se trabaja, y se culminará también al pasar agosto, para ungir a Pere Aragonés como su sustituto virtual como cabeza de cartel, frente a un Roger Torrent que aun no tira la toalla para intentarlo. En el PSC ya hace meses que se piensa en un sustituto para Miquel Iceta como cabeza de cartel, “para impulsar el salto que vaticinan las encuestas”. Los 'comuns' deberán saber qué y a quién presentarán al Parlament. Ciutadans acaba de elegir a Lorena Roldán como cabeza de cartel y pinta muy verde. La CUP igual recupera a David Fernàndez. Y el PP quizás apueste por Alejandro Fernández o quizás no. Deberá decidirlo, entre muchas otras cosas. Pero todos deben matar la falta de liderazgo que los describe a día de hoy.

Y el nuevo curso será también el momento para acabar con la situación de 'stand by' en qué está instalada la política catalana desde la declaración de independencia y la aplicación del 155. De ahí se derivó un juicio del procés que en un par de meses tendrá sentencia. Se prevé condenatoria. Se prevé dura. Sea como fuere, pasado este duro trance, se habrán acabado las excusas que hasta ahora han impedido matar la tensión (nada) creativa que une a los socios de gobierno en la Generalitat. ERC y JxCat son dos formaciones políticas que en la actualidad comparten poco más que los efectos de la acción del Estado contra lo que sus dirigentes impulsaron en 2017. Comparten presos, exiliados, investigados, procesados, y poco más. Cuotas de poder, eso sí, pero ya sobre todo en el Govern. El frente municipal demostró que su entente no solo no es 'cordiale', sino que apunta claros síntomas de agotamiento total. No hay estrategias compartidas, ni objetivos en común. Eso se debería resolver con unas elecciones al Parlament donde, cada uno por su parte, hablaran claro y actuaran en consecuencia a nivel de alianzas, una vez pasados los comicios.