LA CLAVE

El modelo AMB

El pacto del gobierno metropolitano supera la dinámica de bloques y sumaría dos terccios del Parlament

Jaume Collboni y Ada Colau, cruzando la plaza de Sant Jaume

Jaume Collboni y Ada Colau, cruzando la plaza de Sant Jaume / periodico

Albert Sáez

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Más de uno se rasgaría las vestiduras en el Madrid mediático si supiera que se ha firmado un pacto de gobierno entre PSC, Esquerra Republicana, Comuns y Junts per Catalunya. Seguramente lo verían como una afrenta similar al acuerdo que se ha producido en Navarra. Pero a la chita callando, las exclusiones entre bloques se han esfumado en el gobierno del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) con importantes competencias en transporte, agua, residuos y servicios supramunicipales y crecientes en promoción económica y lucha contra la emergencia climática. ¿Por qué un pacto así es posible? La primera razón es que es un pacto entre alcaldes que son el eslabón más realista y menos ideologizado de la política institucional. Están más cercanos a los ciudadanos, de manera que les es más difícil de justificar que no llegan a acuerdos porque unos son más de WhatsApp y otros más de Telegram, como ha ocurrido a nivel estatal. También les resulta más sencillo llegar a acuerdos porque lo hacen entre iguales, no pasan por el filtro deshumanizador de los media o de las redes. Los alcaldes son más sensatos y llegan a acuerdos sensatos.

La segunda razón es la naturaleza de la institución en la que han pactado. Los cargos de la AMB son lo que los politólogos llaman electos de segundo nivel, es decir, la composición del organismo depende de unas elecciones directas, en este caso las municipales. Pasa lo mismo con las diputaciones. En esos niveles de gobierno, ocurre igual en la Unión Europea como acabamos de ver, los partidos son menos reacios a los pactos antinatura, porque son menos tácticos. Les interesa el poder en bruto, sin los adornos de la propaganda ni las tácticas de los spin doctors. Ningún alcalde piensa que va a perder las elecciones por lo que vote en la AMB, pero puede ganarlas por los servicios que le preste el ente. Una paradoja que debería hacernos pensar a los electores, quizás para comunicarles algún día a los políticos que no somos tan idiotas como les parece.

Resulta, pues, impensable que un día el modelo de la AMB se traslade, por ejemplo, al Parlament de Catalunya. Sumarían 91 diputados y superarían los dos tercios que exige la reforma estatutaria. ¿Se imaginan el susto que se llevarían algunos?