Análisis

Las Españas posibles

Sánchez sabe, y con ello juega, que unas elecciones podrían llevarnos a un país de pulsiones reaccionarias

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Andreu Pujol Mas

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A tres días de las elecciones generales de 2015 se publicó una entrevista a Xavier Domènech, entonces candidato de En Comú Podem. El independentismo estaba en plena expansión, imaginando un horizonte ilusionante que contrastaba con el conservadurismo españolista que dominaba las instituciones estatales. Domènech quería ofrecer una alternativa que animara a los catalanes a coger un atajo aparentemente más desbrozado. Decía así: que el referéndum se haría posible si PP y Ciutadans no tenían mayoría absoluta.

Aquella España alternativa, la que hacía posible la suma de las fuerzas de izquierdas y de las formaciones independentistas y autodeterministas de toda la península, ya ha llegado. Como si fuera un pedido hecho en una plataforma china de comercio online, la diferencia entre expectativa y realidad es abismal: hemos abierto el paquete en el debate de investidura de Pedro Sánchez y lo que debían ser unas zapatillas elegantes no son más que una imitación barata de muy baja calidad.

El martes pasado, el aspirante a revalidar el cargo de presidente del Gobierno se limitó a poner en duda el sistema parlamentario, culpando a sus potenciales aliados e, incluso, al artículo 99 de la Constitución de su propia incapacidad de recoger adhesiones. Iglesias tuvo que recordarleIglesias que si no tenía mayoría absoluta era por algo y que del resultado de las urnas se desprendía la necesidad de llegar a acuerdos. En este mismo sentido, el discurso de Rufián fue de mano tendida, evidenciando que sería factible -si se tratara de números y hubiera la voluntad de encontrarse- aquel escenario que había dibujado Domènech en el año 2015, en el que España podía dirimir de forma civilizada la cuestión catalana sin vetos, sin tabúes y sin represión.

Pulsiones reaccionarias

Sánchez sabe, y con ello juega, que unas elecciones podrían llevar, algún día, a otra España posible: la de las pulsiones reaccionarias, con un gobierno apuntalado por la presencia en las instituciones de una extrema derecha desenmascarada. Paradójicamente, Vox ya hace su función sin necesidad de unos nuevos comicios si el Partido Socialista lo utiliza de espantajo para que nada se mueva. Es posible -no lo sé- que este jueves Sánchez acabe saliéndose con la suya y consiga de nuevo la presidencia sin haberse dignado a mantener ninguna negociación seria. Puede que pase como en el episodio bíblico del Juicio de Salomón y que haya quien prefiera entregarle el niño antes de que lo mate partiéndolo por la mitad. Si así es, deberá tener presente dos cosas. La primera, la más reciente, es que no recogió apoyos suficientes para aprobar los presupuestos. La segunda la tenemos que encontrar 16 años atrás. El auge del independentismo no comenzó, como se suele decir, en contraposición a los gobiernos del PP, sino con las promesas incumplidas de ZP. Cuando Sánchez dice que "la superación de las tensiones territoriales vendrá de un proyecto colectivo de regeneración nacional" no puedo evitar acordarme de ello.