Robos en Barcelona

Vivir con la inseguridad en el cuerpo

La sensación de impunidad ha hecho que los ciudadanos hayan decidido pasar a la acción, han decidido autoorganizarse

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard / periodico

Eva Arderius

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Precauciones básicas antes de coger el metro. Colgarse la mochila delante, comprobar que las cremalleras están bien cerradas y coger fuerte el móvil o guardarlo en un bolsillo seguro. No soy la única que cumple de forma instintiva con este protocolo de seguridad. Es fácil de reconocer a otros viajeros que siguen las mismas pautas mientras bajan la escalera de la estación, que miran a quien tienen a su alrededor cuando entran en el vagón o que incluso cambian de puerta cuando ven a alguien sospechoso. Este es el problema, ahora en Barcelona parece que hay más delincuentes en potencia. Los barceloneses nos hemos convertido en expertos detectando posibles carteristas, y muchas veces, los prejuicios nos juegan una mala pasada y nos equivocamos. Nos hemos vuelto más prudentes y más desconfiados.

El origen de este estado de alerta es la suma de diferentes factores como el incremento de delitos que confirman todos los datos oficiales pero también la información que los ciudadanos tenemos a mano. Diferentes cuentas en redes sociales, algunas anónimas y otras gestionadas por vecinos, explican casi en tiempo real todos los robos, peleas, incidencias y cosas que pasan en Barcelona. Reportan el minuto a minuto de los sucesos de la ciudad. Es como una Wikipedia, un 'El Caso' colaborativo que pone en evidencia por qué la Guardia Urbana y los Mossos están absolutamente desbordados.

El conocimiento de estos hechos, con imágenes y vídeos explícitos grabados por testimonios, hace claramente aumentar la sensación de inseguridad y llevan a los ciudadanos a autoprotegerse al margen de las instituciones. Estas fuentes de información que no pasan ningún filtro periodístico, que no siguen ningún código ético, que son adictivas y de fácil acceso generan una gran duda: ¿es bueno saber tanto?

La sensación de impunidad ha hecho que los ciudadanos hayan decidido pasar a la acción, han decidido autoorganizarse. Hay la sensación que la policía está al límite, que poco podrá hacer y que es mejor prevenir, alertando de los carteristas con descripciones detalladas, informando de los puntos calientes de robos para evitar pasar por ahí y mostrar cómo algunas víctimas se defienden de los hurtos. La suma de vídeos y tuits cala y puede tener consecuencias muy peligrosas para la convivencia de la ciudad. Lo único positivo de esta realista crónica negra es su función de denuncia. Demuestra que las cosas no se han hecho bien y pone contra las cuerdas a los que gestionan la seguridad, Ayuntamiento y Generalitat. ¿Cómo se ha podido llegar hasta aquí? Es evidente que van tarde, que hay mucho trabajo por hacer y pocos recursos para reconducir la situación. Ahora tan difícil será rebajar las cifras objetivas de delitos como que las instituciones, los que saben, recuperen el relato de la seguridad que ahora se ha dejado, peligrosamente, en manos de las víctimas. No será fácil devolver la confianza y poder relajarse un poco en el metro sin mirar de reojo a quien tenemos al lado. Los barceloneses, la verdad, es que lo echamos de menos.