Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

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21 de julio: Día mundial del perro

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Escribo este artículo a las siete de la mañana, mientras mi hija de 15 años está dormida abrazada a una de mis perras. Tenemos dos, y ambas duermen con la niña. Antes de que usted piense que no es higiénico, le diré que según un estudio publicado por la revista médica 'Pediatrics', los niños criados con perros son más saludables. Los resultados se basan en niños que fueron controlados semanalmente para determinar si el contacto con perros y gatos durante su primer año les proporcionaba protección frente a infecciones.

La conclusión: el 73% de los niños que vivían con perros estaban sanos. El 65% de los niños que no tenían perros en casa habían cogido infecciones diversas en su primer año de vida: fiebre, tos, problemas nasales, infecciones de oído, diarrea, erupciones cutáneas, etc. Es decir: casi todos los niños con perro estaban sanos. Más de la mitad de los niños sin perro habían pillado una infección. Además, los niños con perro presentaban menos afecciones psicosomáticas, como ansiedad, dolor de cabeza o abdominal, alteraciones del apetito o problemas cutáneos.

Pero ahí no se acaba el beneficio: tener un perro disminuye el estrés, lo que ayuda a que sean niños/as menos agresivos. Y mejora la autoestima, pues se sienten muy queridos por su mascota, que les ofrece amor incondicional. Los niños/as con perro son niños responsables, cooperantes, compasivos y generosos, pues deben cumplir con la obligación de alimentarlos, limpiarlos y cuidar de ellos. El  hecho de cuidar del perro les reporta una sensación de utilidad y motivación Y hacen más ejercicio, sin darse cuenta, porque tienen que sacar al perro de paseo y jugar con él, perseguirlo, tirarle la pelota. Son más seguros/as porque un perro aporta seguridad cuando los padres están ausentes. Y son más tranquilos/as: el mero acto de acariciar al perro regula el ritmo cardiaco y la tensión arterial. De hecho, las personas con perro tienen más posibilidades de sobrevivir después de sufrir un ataque cardíaco que el resto de los afectados.

Mis perras me 
quieren y no les 
importa si he 
engordado o 
tengo ojeras

Los beneficios psicológicos de vivir con perro son tan obvios que hoy en día los tratamientos con perros se utilizan en fisioterapia infantil, y en la terapia asistida con animales para menores con minusvalías físicas o con condiciones neurodivergentes (como el autismo, el síndrome de Asperger, el de Down, la hiperactividad …). También se usan en menores con trastornos emocionales. De hecho, existen incluso programas para aprender a leer o aprender matemáticas que usan perros.

Una persona a la que no le gustan los perros no siempre es fría o poco empática. Puede ser inteligente, adaptada y equilibrada. Por la sencilla razón de que haya crecido en un entorno urbano y no se haya relacionado con ellos. Pero a esas personas yo les diría que no escuden su miedo a los perros en presuntas razones higiénicas sin base científica. Que para disfrutar de un perro no hay que intentar convertir al perro en humano, sino abrirse uno mismo para convertirse en más perro.

Mis perras me quieren y me acompañan y no les importa si he engordado más o menos, si voy mal peinada, si no me he maquillado, si tengo ojeras, si hoy estoy de mal humor y no tengo nada agradable que decir. Cuando quiero ir a pasear, son las compañeras más entusiastas. Cuando estoy triste, se tumban a mi lado y me lamen lo que tengan más cerca, las manos o las piernas. Todos los perros que he tenido me enseñaron lo que es amor incondicional.  Ninguno llegó a hablar, pero me han acompañado siempre en mi silencio.  

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