Dos miradas

La crucifixión de Carmena

Manuela Carmena es la nueva 'franquista' del procesismo irredento al pronunciarse en contra de utilizar la expresión 'presos políticos' para los líderes independentistas encarcelados

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Emma Riverola

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Manuela Carmena es la nueva 'franquista' del procesismo irredento. La exalcaldesa de Madrid, jueza emérita y exvocal del Consejo General del Poder Judicial, se ha pronunciado en contra de utilizar la expresión ‘presos políticos’ para los líderes independentistas encarcelados. La explicación es sencilla, protagonizaron unos hechos que no se ajustaron a la ley. Un argumento racional que choca con la emoción de una etiqueta que pretende librar a los políticos de toda culpa.

También se ha crucificado a Carmena por afirmar que el referéndum, al ser ilegal, generó un nacionalismo exacerbado español del que se nutre la extrema derecha. ¿Culpa con ello al independentismo del auge de Vox? No, relaciona hechos que sí tienen vinculación. El feminismo también excita discursos machistas, la mala gestión de la migración alimenta el racismo y la cerrazón interesada del PP alentó al independentismo. Carmena opina desde el pensamiento y la serenidad. Nada de esto se convoca en la radicalidad del procesismo (que no siempre coincide con el independentismo). Un movimiento efervescente que padece una peligrosa miopía ideológica.