Comer sopa con tenedor

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Miqui Otero

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No hay arma más mortífera que un "tranquilo" en medio de una pelea. Nada más efectivo que hacerte el tonto delante de uno que te está llamando imbécil. Es algo elemental, pero que sueles aprender con los años. Incluso si eres Liam Gallagher, el cantante de Oasis, varado siempre en la fase anal.

Su hermano Noel le dedicó en 2009 el mejor insulto de la historia: "Es el típico señor que va por ahí enarbolando un tenedor en un mundo donde solo sirven sopa". Durante este tiempo no han compuesto grandes canciones, ni siquiera se han visto, pero su intercambio de puyas a distancia ha sido digno de una final de Wimbledon para 'hooligans' listos.

A todos y a todas nos han humillado y a veces nos decimos que hay que esperar y confiar para contestar

La existencia de ambos se justifica por lo que dicen, más que por lo que cantan. Y (la venganza se sirve en plato frío; en concreto, de vichyssoise) una década exacta ha tardado Liam en contestar. Lo hizo hace unos días con un vídeo, colgado en Twitter con el hashtag #hombrefelizconuntenedor: aparece él comiendo, con gran flema británica, una sopa con tenedor mientras agradece a todos los fans que estén agotando entradas para sus conciertos. Ver a Liam con este talante es algo similar a ver a Poli Díaz como mediador de la ONU. Pero ya dijo Sánchez Ferlosio que "el insulto fue la forma más  primitiva de diplomacia, en la medida que es el arte de resolver por acuerdos de palabra lo que podría llevar a conflictos armados".

Liam se define en el vídeo como un 'angry young men', en referencia a los escritores airados de posguerra. Y el insulto que se disputa aquí guarda ecos de esas novelas. En 'Look back in anger', Alison dice de Jimmy, un tipo lleno de ideales radiantes en conflicto con su vida desastrosa: "Es la vieja historia del caballero con la armadura brillante, solo que su armadura no brilla demasiado".

Todos somos el de la armadura en agosto, entrando en el Condis para socializar aire acondicionado. Todos somos el tipo del tenedor y el del ramo de flores en la papelera y el del brindis que no hace clinc. Los que leemos demasiado y decimos demasiado poco. A todos y todas nos han humillado y a veces nos decimos que hay que esperar y confiar, como en el Conde de Montecristo, para contestar (quizás nunca). De momento, eh, tranquilo.