Las 'manadas'

Manresa frente la violencia

El ayuntamiento ha anunciado un plan contra la degradación del barrio donde cuatro jóvenes violaron a una menor, con lo que el consistorio lanza el mensaje que la violencia sexual es un hecho esporádico circunscrito a una zona

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Marta Roqueta

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En dos semanas, Manresa ha sido el centro de varias manifestaciones contra la violencia sexual. Dos incidentes desencadenaron los actos. Uno, el juicio a un grupo de hombres que, hace tres años, violaron a una menor. El otro, sucedido el pasado fin de semana, cuando cuatro jóvenes violaron a una chica de 17 años.

El ayuntamiento ha anunciado un plan de choque para evitar la degradación del barrio de Les Escodines, lugar de la segunda agresión. Con la medida, el consistorio lanza el mensaje que la violencia sexual es un hecho esporádico circunscrito a una zona concreta, que se solucionará una vez se haya rehabilitado el barrio. Por su proximidad al frágil casco antiguo de la ciudad, les Escodines necesita especial cuidado por el riesgo que tiene de degradarse. Además, los vecinos llevan más de un año denunciando el incremento de la delincuencia. Su rehabilitación, pues, debe centrarse en el bienestar del vecindario, no utilizarse para poner un parche a un problema, la violencia machista, que pasa en todos los lados. Según la psicóloga Alba Alfageme, en Catalunya se denuncia una violación cada cinco horas y media, y solo en uno de cada 10 casos hay más de un agresor implicado. La mayoría suceden en el ámbito privado y son cometidas por conocidos.

Por ello, la Plataforma d’Afectades pel Masclisme i el Patriarcat de Manresa ha lanzado un comunicado donde exige medidas para prevenir la violencia sexual, como dotar de más recursos a los servicios de atención a las supervivientes u ofrecer una educación sexual y afectiva libre de estereotipos machistas. También recrimina a la prensa local la publicación de noticias que culpabilizan a las supervivientes, que puede hacer que desistan en la denuncia.

He escuchado varias chicas decir que ya temen ir solas por las calles de la capital del Bages. Para evitar que se extienda el miedo, la ciudadanía y sus representantes políticos deben ponerse manos a la obra para atajar un problema que, de no abordarse adecuadamente, constreñirá aún más la libertad de movimientos de las manresanas en el espacio público.