Análisis
Un 21 para recuperar el centro del campo
Para dar pleno sentido al fichaje de De Jong, junto al dorsal habrá que entregarle galones de verdad
Rafael Tapounet
Periodista
Rafael Tapounet
Fue ver el nombre de Carles Aleñá en la columna de tendencias de Twitter y pensar automáticamente en una inminente cesión al Betis o al Sassuolo, ese club amigo que nos prestó a Kevin-Prince. Pero no. Resultó que el futbolista de Mataró había alcanzado el estatus de 'trending topic' por ceder altruistamente el dorsal 21 a Frenkie de Jong, que en el primer entrenamiento de la temporada hizo valer su condición de "fichaje estratégico" para solicitar que le dejaran llevar el mismo número que ya lucía en el Ajax y en la selección holandesa (una petición que, dicho sea de paso, nos resulta un poco inexplicable cuando el joven prodigio holandés tenía a tiro el 6 de Xavi, hoy en manos de Todibo, o incluso el 14 de Cruyff, que el bueno de Malcom no tardará en dejar vacante). El gesto de Aleñá aviniéndose al cambalache fue convenientemente divulgado por el club como una muestra de compañerismo bien entendido y generosidad sin límites; se diría que renunciar a ese 21 que lucieron en su día leyendas del barcelonismo como Hleb, Chygrynskiy y André Gomes no es un sacrificio menor.
En realidad, lo más interesante del trueque de dorsales es que nos ha dado el pretexto para volver a hablar, por fin, de los centrocampistas del Barça, esos jugadores que hasta hace no tanto tiempo eran tratados en el Camp Nou como semidioses -los dueños de la pelota, los guardianes del modelo- y que hoy, degradados por el ideólogo Pep Segura y sus adláteres al rango de meros soldados, contemplan entre perplejos y resignados el baile de oficiales en que se ha convertido el mercado de delanteros.
Tratados hasta hace poco como semidioses, los centrocampistas del Barça se han visto degradados al rango de meros soldados
Conviene no olvidar que en los dos partidos de las semifinales de la Champions que sellaron el destino del FC Barcelona en la temporada 2018-2019, Ernesto Valverde alineó un centro del campo formado por Sergio Busquets, Ivan Rakitic y Arturo Vidal. Y que en los dos encuentros la medular azulgrana, incapaz de guardar el balón y de domar el tiempo aun con el marcador a favor, colapsó ante el juego directo del Liverpool y acabó reducida a escombros.
De poco le servirá a la junta presidida por Bartomeu llenar de cromos galácticos la página de los delanteros si el área técnica no reconsidera el papel que deben jugar en este equipo los centrocampistas. La llegada de De Jong apunta en la buena dirección, pero para dar pleno sentido a su fichaje habrá que entregarle, además del dorsal 21, galones de verdad. Y rodearlo de compañeros que hablen su mismo idioma: Busquets, por supuesto. O Arthur, a quien Valverde debe sacar al fin todo el fútbol que se le intuye. Y Aleñá, que ya se ha ganado su confianza para siempre. Y también, ¿por qué no?, Riqui Puig. Futbolistas, en suma, que quizá no sabrán barrer el campo pero que han sido educados para apreciar el valor de un buen pase entre líneas y de un control orientado.
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