Maradona y Diego

No estamos ante el deportista ideal, el hombre íntegro que colabora con hospitales infantiles y que educa a los niños. Maradona es otra cosa. Maradona es "rebelde, héroe, estafador, dios", como dice la promoción de este <strong>documental espléndido de Asif Kapadia</strong>, que ya describió el descenso a los infiernos de Amy Winehouse y que ahora se adentra en las contradicciones de quien dejó ser Diego para convertirse en Maradona. Todo, para no tener que volver a Villa Fiorita; para dejar de ser pobre y para exhibir la dignidad de los misérrimos cuando se enfrentan a la riqueza que los deslumbra pero que a la vez les repugna. La chulería de Maradona, que genera repulsión, aquí es casi enternecedora, sobre todo cuando se enfrenta al racismo y la superioridad del norte. "Lavatevi", dicen los ultras de la Juve. Lavaos, que tenéis el cólera.

La cólera, sin embargo, es de Maradona, del exagerado, del que naufraga engullido por la masa, del que no sabe cómo ser Dios. También del que fabrica felicidad. Al día siguiente de haber ganado el 'scudetto', en un cementerio de Nápoles cuelgan esta pancarta: 'E non sanno che se sò perso'. No saben lo que se han perdido. No han visto jugar a Maradona.