El conflicto catalán

Un siglo de lazos, ultras e 'indepes' (1919-2019)

La historia nos muestra que nacionalistas catalanes y ultraespañolistas mantienen patrones de movilización del pasado

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Xavier Casals

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En la sociedad catalana impera la sensación de vivir un momento excepcional e irrepetible creado por la crisis secesionista. Pero un viaje en el tiempo a la Catalunya de 1919, marcada por el fin de la Gran Guerra con la victoria aliada en noviembre, ofrece cierta familiaridad con el presente. Veámoslo.

En enero de 1918 Woodrow Wilson, presidente de EEUU, hizo una declaración de 14 puntos en la que consideró esencial para la paz futura el principio de autodeterminación. En medios catalanistas estalló el optimismo, sobre todo en los nacionalistas radicales. Como explican los historiadores Joan Esculies y David Martínez Fiol, entonces 2.000 voluntarios catalanes luchaban en la Legión francesa (pero su cifra se elevó a 12.000 al sumarle a los soldados galos del Rosselló) para internacionalizar la "causa" de Catalunya y obtener un autogobierno en la posguerra. Así, aquel 11 de septiembre circuló propaganda independentista en francés e inglés con un "¡Gloria a Wilson!". Entonces la Lliga Regionalista lideró una campaña suprapartidista que acaudilló Francesc Cambó y reclamó autonomía para Catalunya y los ayuntamientos, suscribiendo la demanda el 98% de consistorios. Al presentarse el resultado el 16 de noviembre en el Ayuntamiento barcelonés, la 'estelada' ondeó por primera vez en la plaza de Sant Jaume. Reflejó el separatismo emergente de Francesc Macià, diputado independiente, y grupos juveniles.

Boicots, distintivos y consignas independentistas

Como Alfonso XIII había dado su aval a Cambó para efectuar la campaña autonomista, este pensó que sería exitosa, pero la oposición en el Congreso y en el resto de España fue desalentadora. Hubo boicots comerciales y una manifestación de 120.000 personas en Madrid el 9 de diciembre. Así las cosas, señala el historiador Enric Ucelay-Da Cal, “la agitación patriótica de los catalanes el noviembre de 1918 llevó a tres meses de virtual rebelión nacionalista”. Los catalanistas adoptaron lazos y distintivos con la señera y diariamente, señala el investigador, "cuando las tiendas cerraban, dependientes, estudiantes y algunos obreros se encontraban en la Rambla para gritar consignas independentistas y cantar canciones catalanistas, 'Els Segadors' y 'La Marsellesa'”. Sus manifestaciones concluían con choques con policías. Como respuesta surgió la Liga Patriótica Española (LPE) el 19 de diciembre en la Rambla, al acudir allí un grupo con garrotes contrario a los catalanistas. Al día siguiente, catalanistas y ultraespañolistas se enfrentaron en la plaza de Catalunya. Y la noche del 22 un teniente de seguridad fue gravemente herido (o muerto) por un francotirador en la calle de la Cera. La temperatura política subió.

La LPE tuvo su sede en el número 7 de la Rambla de Canaletas y sus seguidores fueron fans de la cantante Mary Focela, que festejaban en el teatro Goya la tonada de su canción 'La hija de Malasaña': "Lucho como una leona, al grito de ¡Viva España!”. En enero los catalanistas acudieron a estas actuaciones para boicotearlas, armándose un guirigay que continuaba a la salida. A la vez, los choques físicos continuaron en La Rambla y aledaños. Los ligueros (que reunían sobre todo a militares y policías de paisano) provocaban a los catalanistas y les intentaban quitar los lazos, y se oían gritos de "¡Viva España!" y "'Visca Catalunya lliure'!". Estos incidentes adquirieron suma gravedad al ser asesinados dos catalanistas (Manuel Miralpeix, de 17 años, y Joan Benet, de 15) y remitieron cuando el 28 de enero el gobernador civil prohibió enseñas no oficiales y lazos e hizo cerrar las sedes de la LPE y de los dependientes catalanistas (el CADCI). Pero solo desaparecieron cuando la campaña autonomista quedó eclipsada por el impacto del conflicto laboral de la empresa eléctrica La CanadienseLa Canadiense, que en febrero dejó Barcelona a oscuras.

Rebelión y sedición

¿Ofrecen alguna lección los hechos descritos? Sí, que nacionalistas catalanes y ultraespañolistas mantienen patrones de movilización de hace un siglo. Los primeros recurren a campañas cívicas unitarias, autodisciplinadas y que internacionalizan el "problema catalán" en busca de ayuda externa (Wilson en 1918, la UE en 2017). Los segundos denuncian la "amputación" de España, se movilizan ostentosamente en la vía pública y reiteran objetivos de la LPE, pues abogó por el castellano como único idioma oficial, una instrucción pública exclusiva del Estado y la disolución de la Mancomunidad (el gobierno regional) por ir "contra la unidad nacional". Es más, como ha señalado Esculies, la LPE quiso imputar a Cambó y otros dos líderes de la Lliga delitos de desórdenes públicos, rebelión y sedición. ¿A qué les suena la historia?