Sánchez, el jugador

Colau y Collboni han cerrado un acuerdo que destila solidez, experiencia, compromiso y pensamiento. Sin duda estamos en el momento más bello, cuando aún nada se ha estropeado, pero sus protagonistas arrastran una historia de desencuentros. Aun así, han sido capaces.

Sánchez e Iglesias siguen sin conseguirlo. Es difícil discernir la verdad de las habladurías, siempre interesadas. Pero conocemos su pasado. Dos personajes con tendencia a la tozudez y querencia por las estrategias. A Iglesias le fue bien hasta que empezó a perder en cada mano. Sánchez aún está en racha. Es posible que el actual presidente crea que, en una repetición electoral, todos los adversarios salgan perdiendo. Las encuestas le dan la razón. Otra cosa es la paciencia y la confianza de la ciudadanía. Si se quiebra, el terreno puede no serle propicio. Su aura de ganador con malas cartas habrá perdido brillo, ya solo será un jugador con demasiada ambición. Se desmovilizarán los templados y se agitarán los inflamados. Y volverá a romperse la esperanza de tantos. ¿Cuántas veces desaprovechará la izquierda la oportunidad de aunar fuerzas?