El pacto del Ayuntamiento de Barcelona

Bipartito sin vacaciones

El nuevo consistorio tendrá que reaparecer en escena con fuerza para revertir la sensación de desgobierno en la ciudad

Ada Colau y Jaume Collboni, tras presentar el acuerdo de Gobierno del Ayuntamiento de Barcelona

Ada Colau y Jaume Collboni, tras presentar el acuerdo de Gobierno del Ayuntamiento de Barcelona / periodico

Eva Arderius

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Un líder vecinal de la Barceloneta me decía, esta semana, que las elecciones municipales tendrían que ser en febrero para que el gobierno saliente esté ya rodado en verano, la temporada más dura para Barcelona, cuando la ciudad se pone al límite, cuando aumenta la población, cuando más limpieza y más vigilancia necesita y cuando los problemas de todo el año, como la vivienda, persisten e incluso se agravan. Hace 25 días que los concejales han tomado posesión de sus cargos y hasta este miércoles no hemos conocido el pacto de gobierno entre Barcelona en Comú y el PSC. Demasiados días de parálisis y demasiados días para los ciudadanos y entidades sociales que esperan interlocutor. La resaca electoral ha sido muy larga y ha habido en la ciudad cierta sensación de caos, ha ayudado el vacío de poder en el consistorio.

El nuevo gobierno “fuerte, de izquierdas, cohesionado y equilibrado” en palabras de Ada Colau no podrá tener ni los cien días de gracia. No tendrá ni tiempo de adaptación ni tampoco podrá hacer vacaciones, porque la ciudad tampoco las hace. Tendrá que reaparecer en escena con fuerza para revertir la sensación de desgobierno. Quién tendrá más trabajo para resolver las cuestiones pendientes es el nuevo teniente de alcalde de Prevenció y Seguretat, el socialista Albert Batlle. Barcelona ha batido récords de inseguridad este fin de semana, unos hechos que reafirman los resultados del primer barómetro del mandato. La encuesta municipal ya detectó la preocupación de los barceloneses por esta cuestión. Un 27% piensan que la inseguridad es el principal problema que tiene la ciudad, hace siete años que no se tenían cifras similares. Se puede confiar en los cien nuevos agentes de la Guàrdia Urbana y en los cien Mossos más que este verano reforzarán el patrullaje, pero esto no parece suficiente para calmar una percepción que está calando en barceloneses y turistas. 

La seguridad será el gran reto para Albert Batlle, para el PSC y para el nuevo gobierno. Pero hay otro, el entendimiento con la oposición, necesaria para poder gobernar. Lo ha dicho Jaume Collboni “este será un gobierno de mano tendida”. No quedará más remedio. La oposición ya avisaba el martes con una fotografía conjunta de todos los grupos menos el que lidera Manuel Valls. Una foto que sumaba 21 y que daba un mensaje claro: el nuevo gobierno es fuerte pero minoritario.

Entenderse, ceder y pactar tendrá que ser la fórmula de cabecera de un ejecutivo que no ha sido fácil de cerrar. Se ha tenido que limar la desconfianza y los recelos existentes entre los dos socios. La prueba es que el pacto se ha cocinado con un equilibrio milimétrico entre Barcelona en Comú y el PSC. Unos y otros no se quitarán el ojo de encima. El éxito también será demostrar que este gobierno puede funcionar. Más vale que acierten. No será fácil, pero no habrá alternativa. Los ayuntamientos no se pueden disolver ni tampoco pueden repetir las elecciones. Esto quiere decir que el bipartito municipal gestionarà la única institución sin urnas en el horizonte. Toda una responsabilidad para el gobierno, todo un alivio para los ciudadanos y toda una necesidad para Barcelona.