Opinión | Editorial

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Un bazar ilegal en las playas

La solución contra la venta ambulante no regulada pasa por concienciar a los ciudadanos de los riesgos

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La precariedad extrema crea nuevas formas de economía de subsistencia que topan con las tradicionales y generan la invasión y degradación del espacio público. Con la llegada del calor, una multitud de vendedores ha convertido a las playas de Barcelona en una suerte de gran bazar ilegal en el que se ofrecen los productos y servicios más dispares. Desde bebidas a pareos o masajes. Una oferta ajustada a los deseos más variados de la clientela, un dolor de cabeza para la Guardia Urbana, totalmente desbordada por una situación que este año parece haberse multiplicado, y una importante fuente de pérdidas para los negocios asentados en el litoral.

Para los chiringuitos de playa es imposible competir en precio con esta oferta ilegal que no paga por ocupar el espacio. Por el contrario, sus concesiones están sometidas a contratos cortos y a precios exorbitados. La rentabilidad solo se consigue a base de elevar los precios. Así, el mojito de chiringuito cuesta de 8 a 10 euros. En la venta ambulante, el precio se inicia en los 5 y baja según el regateo. A los problemas económicos se suman los sanitarios. El año pasado ya se detectaron restos fecales en esos mojitos preparados entre las rocas. 

El gremio de la restauración se queja de los controles severos a los que se les somete por parte del ayuntamiento, frente a la laxitud destinada a los vendedores ambulantes. Más que laxitud, para la Guardia Urbana es pura impotencia. Sencillamente, no dan abasto. Tan pronto abandonan un lugar, ya es de nuevo ocupado por un enjambre de buscavidas. Para ellos, la venta ambulante ni es fácil ni les aporta pingües beneficios. Al contrario, la mayoría forman parte de estructuras organizadas que solo encuentran en esas extenuantes jornadas laborales un modo de subsistir. 

Esta oferta constante, persistente, tampoco acaba siendo agradable para los usuarios de la playa. El abordaje permanente genera incomodidad y esa oferta ilimitada produce inquietud. Además de los problemas de competencia desleal que supone la venta ambulante ilegal, según los Mossos hay redes de lateros que son usadas por narcotraficantes para la venta de droga en lugares turísticos. Es evidente que faltan recursos policiales, pero también que las soluciones deben trazarse teniendo en cuenta a todos los colectivos afectados. También concienciando a la ciudadanía de la ilegalidad del negocio y de los riesgos que conlleva consumir algunos de los productos ofertados.