LA INVESTIDURA

Repetición electoral, ¿estrategia o atracción fatal?

Entre Sánchez e Iglesias priman ahora la desconfianza mutua, las posiciones enrocadas y los ánimos enconados

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en la Moncloa, el pasado junio.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en la Moncloa, el pasado junio. / periodico

Rosa Paz

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Han pasado dos meses y medio desde las elecciones generales del 28 de abril sin que el candidato a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, haya conseguido los votos necesarios para su investidura. Tampoco parece que hasta ahora haya puesto toda la carne en el asador para negociar esos apoyos con otros grupos, salvo que se hayan producido encuentros de los que no se ha tenido noticia. Sin embargo, ha aplicado la doctrina de Mariano Rajoy -que él tanto combatió- de que son los otros los que tienen que facilitar su revalidación en la Moncloa, con el argumento cierto de que no hay otra alternativa. 

Sánchez les amenaza además con una repetición electoral. Esa posibilidad se le pasa por la cabeza como arma estratégica para doblegar a los otros partidos, especialmente a Unidas Podemos, pero también porque parece sentirse fatalmente atraído por una vuelta a las urnas que mejoren su posición, como auguran las encuestas del CIS. Ese juego podría ser un instrumento para la negociación con Pablo Iglesias, dado que, según las encuestas y la proyección de las municipales del 26 de mayo, podría perder aún más escaños que los que se dejó el 28-A. Y porque este martes, cuando se vuelvan a reunir, Sánchez necesitará desplegar todas sus habilidades políticas, las de seducción y las maquiavélicas, para que Iglesias renuncie a su exigencia de tener ministros podemistas en el futuro Gobierno y se conforme con independientes de su agrado. 

No servirá, no obstante, para acabar con la tirantez en sus relaciones, porque más allá de las coincidencias programáticas entre los dos partidos, que las hay, lo que prima en estos momentos entre los dos líderes es la desconfianza mutua, las posiciones enrocadas y los ánimos enconados. Un clima al que se ha llegado, según dicen en el entorno de Sánchez, porque Iglesias le pidió ya en su primera reunión estar él personalmente en el Gobierno; el presidente no quiere un verso suelto en su equipo y menos aún formar un Ejecutivo bicéfalo. No caben dos gallos en el mismo corral. Menos aún cuando recela, pese a la oferta de Unidas Podemos de comprometerse por escrito a lo contrario, de que no vayan a surgir grandes diferencias en torno a la situación de Catalunya y en política exterior.

Munición para la derecha

Sánchez sabe que los votos de los 42 diputados de Unidas Podemos son esenciales para construir una mayoría para su investidura y que aun así no serán suficientes. Incluso si finalmente Unidas Podemos le apoyara le faltarían 11 votos para alcanzar la mayoría absoluta de 176 escaños, que necesita para ser elegido presidente. La suma de PSOE y Unidas Podemos da 165, y más los seis del PNV y los diputados de Compromís y el Partido Regionalista de Cantabria llegarían a 173. Esa suma tampoco sería suficiente para ser elegido en segunda vuelta, necesitaría más 'síes' que 'noes', si el resto de los partidos votaran en contra. Debería, por tanto, contar con la abstención de los independentistas y eso, en su opinión, lastraría su Gobierno y le daría munición a la derecha. Otro argumento para no descartar nuevas elecciones.