INVESTIDURA

Patios de colegio

Pedro Sánchez y Albert Rivera, el pasado 7 de mayo, en la Moncloa.

Pedro Sánchez y Albert Rivera, el pasado 7 de mayo, en la Moncloa. / periodico

Cristina Pardo

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El 29 de agosto del 2016 se reunieron Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. El entonces Presidente del PP buscaba apoyos para poder ir al debate de investidura, sorteando la repetición de elecciones. Aquel encuentro duró 25 minutos, en teoría. En la práctica, y según nos contaron tiempo después, Sánchez entró, le dijo a Rajoy aquello de “no es no” y ambos hicieron tiempo en un ambiente gélido para no caer en el ridículo más absoluto. A la salida, el líder del PSOE les dijo a los medios de comunicación que la reunión había sido “perfectamente prescindible”. Rajoy comentó después que “el diálogo por España nunca es prescindible” y que nuestro país necesitaba un gobierno “para consolidar la recuperación económica”.

Aquel día, de innegable bochorno político, Albert Rivera acababa de firmar un pacto con Rajoy. Aseguró que la brevedad de la reunión reflejaba que “los viejos partidos” no eran capaces de ponerse de acuerdo y que “la guerra fría entre PP y PSOE” simbolizaba “la decadencia de un sistema agotado”. Rivera explicó que él sí había pactado con Rajoy porque Ciudadanos era un partido “práctico”, capaz de anteponer el interés general a sus propios intereses. Entonces, pidió a Sánchez que eligiera entra “la solución mala y la menos mala”. Por último, hizo otra recomendación a los socialistas: “Que piensen más en los españoles”. “Nadie que quiera ser Presidente puede ser un problema para su nación nunca”, sentenció. 

Ahora estamos en julio del 2019. ¡Qué mal envejecen los partidos! Resulta que apenas tres años después es Rivera el que, ya no es que mantenga encuentros breves, es que ni siquiera acude a las reuniones. No estará en la ronda que ha convocado Sánchez esta semana. Es decir, es un líder incapaz de dialogar. Ahora forma parte de aquel sistema agotado que denunció, está en la guerra fría, huyendo de la practicidad de la que presumía. ¿Hay que deducir, basándonos en la hemeroteca, que ahora sus intereses están por encima de todo, que ya no piensa en los españoles y que no será nunca presidente, una vez que forma parte del amplísimo club del problema y no del club de la solución?

Rivera es, en estos momentos, el perro del hortelano, es un político que ni come ni deja comer. Con el PSOE, no. Con V, tampoco. ¿Y entonces? ¿Qué proponen? ¿Repetición de elecciones? Es evidente que Pedro Sánchez espera ahora de sus rivales algo más de generosidad que la que él demostró. Él también apela a las necesidades urgentes del país y a los inconvenientes económicos del bloqueo. En este sentido, no veo yo al presidente del Gobierno en funciones tildando hoy de “perfectamente prescindible” ninguno de los encuentros que está manteniendo estos días. A este paso, lo único perfectamente prescindible van a terminar siendo todos ellos. De verdad, no se puede dar este ejemplo de incapacidad tan bestia cada vez que votan los españoles. Lo mínimo es que hablen entre ellos. Las discusiones de patio de colegio no figuraban en ningún programa electoral.