LA CLAVE
Bajar a Barcelona desde la Trini
Es la Trinitat Vella un barrio en el que la historia dicta que para equipararse al resto de la ciudad hay que cortar de vez en cuando la Meridiana
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
JOAN CAÑETE BAYLE
Uno de mis mejores amigos creció en Trinitat Vella, la Trini. Vivía cerca de la cárcel, e ir a visitarlo en la Barcelona olímpica de los 90 sabía a Pedro Pico y Pico Vena. Apenas un puñado de estaciones de metro separaban la Trini de Navas, mi barrio natal, y Sant Andreu, mi centro vital, pero cuando salías a la superficie te sentías en otra galaxia. Era pura sugestión, malas lenguas, peores famas y pésimos clichés, pues esa Trini de mi amigo tenía muchos problemas y poco nivel adquisitivo, pero también vecinos surgidos de las páginas de Azagra y de Ivá, una potente vida social, un encomiable vínculo vecinal y un tejido de padres y madres de familias humildes que luchaban a diario para que sus hijos subieran al ascensor social y tuvieran una mejor vida que la que ellos habían vivido. Ah, y una fantástica emisora de radio pirata.
Sección de buenas noticias
La Meridiana, interminable vista con ojos de adolescente con largas tardes de verano ante sí, era el hilo conductor de una Barcelona que no solía aparecer en la sección de las buenas noticias de los diarios: la Trini, Torras i Bages, Nou Barris, Sant Andreu, Fabra i Puig, la Sagrera, Navas, Clot y el muro de las Glòries. En el subsuelo, recitábamos de memoria las estaciones de la Línea 1 del metro. Cuando alguien se pregunte si en realidad ha mejorado tanto Barcelona en los últimos años, que le enseñen fotos de la antigua estación de Fabra i Puig, de cuando los vagones no tenían aire acondicionado. Después de Glòries, la Línea 1 nos abría otro mundo, lleno de posibilidades reales e imaginadas: Marina, Arc del Triomf, Urquinaona, Plaza Catalunya, Universitat. Nosotros decíamos que íbamos al centro; nuestros padres, que bajaban a Barcelona.
En las obras de la Línea 1 de este verano, los vecinos de la Trini son los más damnificados. Ahora, para bajar a Barcelona, tardan hasta una hora más. Que me perdonen (o no), pero desde el centro de Barcelona se llega antes en AVE a Girona que en metro a la Trini. Cuestión de dinero. Nada nuevo en un barrio en el que la historia dicta que para equipararse al resto de Barcelona hay que cortar de vez en cuando la Meridiana. Es verdad que las obras son necesarias y que no es fácil absorber con buses todo el trajín de personas que usan el metro entre el Clot y Fondo. Pero es inevitable pensar que con la Trini es más fácil equivocarse en la planificación de las obras que con otros barrios. Este verano, la Trini cae aún más lejos.
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