LA CLAVE

Esperando a Puigdemont

El 'expresident' no es Godot, aunque también suele hacerse esperar en vano. La elección de Borrell como jefe de la diplomacia de la UE es para el hombre de Waterloo un rejón de castigo que podría acelerar su euroescepticismo

Puigdemont interviene a través de un vídeo y desde suelo alemán en el acto independentista de Estrasburgo, en Francia, el día de la constitución del Parlamento Europeo.

Puigdemont interviene a través de un vídeo y desde suelo alemán en el acto independentista de Estrasburgo, en Francia, el día de la constitución del Parlamento Europeo. / periodico

LUIS MAURI

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VLADIMIR: Entonces, ¿nos vamos?

ESTRAGON: Vámonos.

(No se mueven. TELÓN)

Vladimir y Estragon esperan junto a un árbol al pie del camino. Por sus ropas, parecen un par de vagabundos. No sabemos nada de Godot, el hombre al que aguardan. No sabemos quién es, ni por qué le esperan, ni por qué se retrasa, ni de dónde viene. Ni siquiera si llegará. Esperando a Godot, de Samuel Beckett, es una cima del teatro del absurdo. Vladimir y Estragon, condenados a una espera eterna y vana. Una existencia sin sentido.

Puigdemont no es Godot, aunque también suele hacerse esperar en vano. <strong>Este martes,</strong> en Estrasburgo, no fue la primera vez. El 30 de octubre del 2017 tampoco llegó a la cita. "Mañana, todos en sus despachos", había ordenado la víspera a sus 'consellers'. Un par de horas después, él huía al extranjero. Solo Rull cumplió, para luego autoflagelarse: pasarell, pardillo. El verbo de Puigdemont tampoco se hizo carne tras las elecciones del 2017, pese a que su anzuelo electoral fue la promesa/desafío de regresar a Catalunya.

Nada sabemos de Godot. De Puigdemont sí tenemos conocimiento. El ‘expresident’ está buscado por la justicia y no acude a sus citas porque teme ser detenido. ¿Por qué convoca a los suyos aun a sabiendas de que no va a asistir? Puigdemont necesita subrayar su existencia, gesticular sin pausa para evitar caer en el pozo del olvido. Los adversarios no solo acechan en ERC, también menudean en el PDECatSu circunstancia es muy distinta a la de los presos. Su aparente libertad es ilusoria: vive recluido en una jaula de cristal. Pero sabe, como subraya Paluzie (ANC), que su gente “es obediente, a veces más de lo que debería serlo: se les dice que vayan, y van”.

Euroescepticismo

Puigdemont necesita esa agitación permanente. Si deja de bracear, se hundirá. Ya no se libra ni Europa, hasta ayer edén de la libertad. "Esta Europa no nos interesa", clamó cuando el Tribunal de la UE le cerró las puertas de la Eurocámara. A esa hora, no había recibido aún la peor noticia: Borrell, jefe de la diplomacia europea. Borrell, Mogherini, Ashton..., qué más da. La UE nunca abrió los brazos a la secesión catalana, pese a la salmodia <strong>espiritista</strong>. Pero Borrell es recibido por Puigdemont como un <strong>rejón de castigo</strong> que podría acelerar su euroescepticismo. ¿Seguirán esperando entonces Vladimir y Estragon?