La agenda feminista

Parlament de les Dones

El pleno simbólico nos recuerda la debilidad de las políticas feministas en nuestro país, donde el simbolismo es bienvenido por los partidos pero las dotaciones presupuestarias y materiales ya no tanto

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Marta Roqueta

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El lunes se celebró en la cámara legislativa catalana el Parlament de les Dones. Diputadas y representantes de entidades celebraron un pleno simbólico para poner la agenda feminista en el centro de las políticas públicas. Más allá de la fuerza discursiva que supone que las mujeres llenen un Parlamento, el evento fue una fotografía del estado del feminismo institucional actual.

El pleno presentó una declaración que recogía las conclusiones de seis grupos de trabajo, formados por integrantes de entidades feministas y diputadas. El trabajo conjunto es positivo, puesto que la falta de coordinación entre organizaciones y administración pública es un escollo a la hora de implementar políticas públicas. Como es habitual en toda iniciativa feminista que quiera alcanzar consensos de mínimos, se pasó de puntillas por el trabajo sexual y la gestación subrogada.

En el Parlamento se trasladó la urgencia de articular proyectos feministas que atiendan las necesidades de mujeres que se escapan del prototipo de mujer blanca, de clase media, urbana, cis, heterosexual y con un cuerpo considerado capacitado. Es por ello por lo que, en los discursos de las representantes de los grupos de trabajo, se echaron en falta a mujeres racializadas y trans. La propia composición del Parlament, formada por diputadas y entidades seleccionadas por el Consell Nacional de les Dones, podría servir para estudiar los sesgos de etnia y clase que operan a la hora de acceder a organismos de representación pública.

Las propuestas formuladas por los grupos son interesantes, necesarias y dan en el clavo. Aun así, muchas de ellas ya podrían estar materializándose si se hubiera avanzado más en el despliegue de las leyes catalanas de igualdad y contra la LGTBI-fobia. Ello nos recuerda la debilidad de las políticas feministas en nuestro país, donde el simbolismo es bienvenido por los partidos pero las dotaciones presupuestarias y materiales ya no tanto. El éxito del Parlament de les Dones no lo mediremos esta semana, sino en los años venideros.