Tribuna

Más renovables y más eficiencia, claves para la transición energética

La red de transporte, además de un elemento vertebrador del territorio, es una pieza fundamental en esta gran transformación

Torres de la línea de Muy Alta Tensión en el término municipal de Sant Martí de Centelles.

Torres de la línea de Muy Alta Tensión en el término municipal de Sant Martí de Centelles. / NÚRIA PUENTES

José Ignacio Lallana

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El paquete normativo conocido como 'Energía limpia para todos los europeos' define la hoja de ruta para materializar el compromiso alcanzado por la Unión Europea en la Cumbre de París en el 2015 para reducir en el 2030 un 40% de sus emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 1990.

Este compromiso a nivel europeo debe materializarse por parte del conjunto de los estados miembros y ello exige, en primer lugar, la definición de una estrategia nacional de descarbonización de la economía para la próxima década.

Para cumplir con este mandato, el Ministerio para la Transición Ecológica publicó el pasado 22 de febrero su borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC 2021-2030) que ha sido remitido a la Comisión Europea y cuya versión definitiva deberá aprobarse antes de final de año.

Los objetivos planteados en el PNIEC 2021-2030 para la necesaria transición energética son: (i) una reducción de emisiones del 21% respecto de los niveles de 1990, (ii) una cuota de renovables del 42% sobre la energía final y (iii) una mejora de la eficiencia energética del 39,6%, estos dos últimos más ambiciosos que los fijados a nivel de la UE.

Además, se prevé que la contribución de las renovables en el 'mix' eléctrico alcance el 74% en el 2030. Con estos propósitos encima de la mesa, la transición energética va a suponer un gran esfuerzo colectivo para la sociedad en general y para el sector eléctrico en particular. Esto se debe no solo a que este sector aporte la mayor reducción de emisiones en términos absolutos, sino que será imprescindible para vehicular de una manera eficiente parte de las soluciones previstas en el PNIEC en el resto de sectores.

En efecto, la dificultad de integrar las renovables directamente en el consumo final de energía favorece que la mejor manera de aumentar su consumo sea a través de un mayor uso de la electricidad; una electricidad que debe ser de origen mayoritariamente renovable.

Hoy existe la coincidencia de criterio en el hecho que la electrificación acompañada de un 'mix' de generación renovable tiene otros beneficios como son una mayor eficiencia energéticareducción de la contaminación en el ámbito localmenor dependencia energética y mejora de la balanza comercial, que redundan directamente en los ciudadanos y en la economía.

En definitiva, el sector eléctrico está llamado a ser un actor clave en la transición energética, lo que va a suponer una serie de retos que vendrán motivados principalmente por dos factores: la mencionada descarbonización de la generación de electricidad y las nuevas formas de consumo que una sociedad más electrificada va a demandar.

Por otro lado, estos retos se tendrán que gestionar en un entorno tecnológico en rápida evolución que abrirá nuevas opciones a los agentes y que conducirá a la transformación digital del sector eléctrico.

En este contexto, el desarrollo de la red de transporte es un elemento fundamental para asegurar el éxito de las políticas de transición energética, garantizando que los cambios en el sistema producción-demanda se lleven a cabo sin poner en riesgo la seguridad y continuidad del suministro.

Y para ello habrá que superar algunos retos esenciales como incrementar las inversiones en la red de transporte para seguir dando respuesta a las necesidades de suministro y a la integración del contingente de energías renovables; avanzar hacia unas redes más inteligentesampliar las interconexiones internacionales y también las de aquellos territorios no peninsulares y disponer de un centro específico de control y gestión del suministro para vehículos eléctricos.

No hay que olvidar que la red de transporte es un elemento vertebrador del territorio, dado que permite el desarrollo económico y social de este, bien sea por permitir el suministro eléctrico a empresas y consumidores (directamente o a través de la red de distribución), como por la posibilidad de conexión y desarrollo de generación eléctrica, con lo cual seguirá siendo la pieza fundamental de esa gran transformación.