ANÁLISIS

Voces del inframundo del fútbol

En el fútbol actual, decir "no" significa decir "quizás", y nada es nunca definitivo si hay dinero de por medio

Louis van Gaal, con un joven aficionado.

Louis van Gaal, con un joven aficionado. / periodico

Jordi Puntí

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¿Adónde va el espíritu de los futbolistas cuando se retiran? ¿Qué territorio les acoge con todo su dinero, sus vanidades y su vida hecha de recuerdos? Algunos, es cierto, consiguen mezclarse con el resto de mortales, pero hay otros cuyo destino es vivir eternamente entre dos aguas: en el limbo de los entrenadores, comentaristas, asesores, directores técnicos...

A la mayoría, almas condenadas, Dante los habría situado en el primer círculo del Infierno, junto a los indecisos y los poetas, y justo antes de los lujuriosos. La mitología griega, en cambio, les habría reservado un rincón en el inframundo del Hades, y más concretamente en los Campos de Asfódelos, donde las almas de los héroes vagan entre espíritus menores y solo despiertan cuando en el mundo de los vivos alguien les ofrece una libación de sangre.

En el fútbol  actual, decir "no" significa decir "quizás", y nada es nunca definitivo si hay dinero de por medio

Son estas almas inquietas las que, de vez en cuando, toman la palabra para retornar a su antigua vida y alertar a los demás futbolistas. Lo hemos visto esta semana con dos espíritus del pasado. Louis Van Gaal ofreció una espléndida entrevista a El País y demostró una vez más que su ideario es incorruptible: negó el carácter artístico del futbol, defendió el espíritu colectivo del juego por encima de los héroes individuales.

Elogió a James Milner, del Liverpool, por su juego de equipo -algo que según él no tienen Neymar o Messi (sic)-, y dejó un concepto para que los entrenadores de hoy en día reflexionen: la búsqueda del caos en el ataque como respuesta a los equipos ultradefensivos (con el Ajax de Ten Hag como ejemplo).

El ecosistema holandés

La defensa que Van Gaal hace de la clase media del fútbol tiene algo de comunista, y el truco está en que evita las contradicciones con ejemplos escogidos del pasado que le dan la razón -más o menos-, pero es cierto que funciona sobre todo en el ecosistema del fútbol holandés, más equilibrado que en otras ligas.

Otro asunto es cuando los obreros holandeses se vuelven héroes y se comportan como tales. Así, otra voz del inframundo, mucho más sumergida, tomó la palabra esta semana para hablar del asunto. El francés Christophe Dugarry (que pasó brevemente por el Barça y no se entendió con Van Gaal, precisamente) criticaba a De Ligt por moverse por intereses económicos y no deportivos: “¿En qué está pensando? Tiene 19 años, ¿qué más dan 12, 13 o 14 millones de euros? ¿50 metros más de casa, un coche más, diez metros más para su barco?”.

Cuentan que De Ligt fichará finalmente por la Juventus, pero pondrá en su contrato una cláusula de salida, por si un día se aburre de defender en Italia y quiere recuperar la sensación de jugar con un estilo que le resulte más familiar, algo así como el Barça y la filosofía de Cruyff. En el futbol actual, decir “no” significa decir “quizás”, y nada es nunca definitivo, si hay dinero de por medio. Ahí tienen a Neymar y sus ganas de volver al Barça, renacido de las cenizas como el ave Fénix, dispuesto a quitarse galones y jugar para el equipo, es decir, para Messi. ¿Volverá realmente? Chi lo sa. Yo solo sé que estos días, cada vez que pongo Barça TV, están dando los goles de Suárez y Messi junto a Neymar.