Análisis

Ingredientes del procesismo : mucha fe, poco trabajo y bastante dinero

Volverán con sus ganas intactas de sumar más viajes, más camisetas, más 'germanor' en forma de protesta

Carles Puigdemont

Carles Puigdemont / REUTERS / YVES HERMAN

Olga Ruiz

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Los meses de verano no son fáciles para la microeconomía. Acabamos de cumplir nuestras obligaciones con Hacienda y a los autónomos nos espera un cierre de trimestre en los próximos días. Además la mayoría hacemos equilibrios imposibles para que nada ni nadie nos fastidie nuestro merecido viaje de verano; es nuestro carnet de pertenencia a un club -el de la clase media- que apenas se sostiene después de la crisis.

Muchos nos identificamos con una economía-pinza, en referencia a la fragilidad con la que nos sostenemos: siempre en la cuerda floja, siempre a merced de los cambios de tiempo.

Sirva esta breve radiografía económico-realista para llegar a una conclusión: para ser procesista hace falta dinero, dinero sobrante quiero decir. El independentismo activo es como la lavadora que se te estropea en el peor momento, como el dentista al que llevas esquivando meses. Un gasto inesperado que los independentistas más fieles parece que se pueden permitir sin que se les altere el sueño, el hambre o el humor.

El penúltimo ejemplo de este pozo sin fondo en el que se ha convertido ejercer el independentismo lo tendremos el próximo martes con la nueva iniciativa impulsada por el Consell de la República y respaldada por los colectivos afines: ANC, Òmnium y la AMI. En esta ocasión se trata de pagar por 'Llenar Estrasburgo', aunque en realidad la intención es menos pretenciosa que  la publicitada; el objetivo no es ocupar los 78,26 km² de la capital de Alsacia sino las dos calles más próximas al Parlamento Europeo, aprovechando la celebración de su sesión constitutiva.

El martes se estrenarán los nuevos eurodiputados entre los que no estarán Carles Puigdemont, Toni Comín ni Oriol Junqueras,  este último por una incomprensible decisión del Tribunal Supremo a instancias de la Fiscalía. La cuestión es que el plan previsto para el martes no es atractivo ni barato, sino más bien todo lo contrario. Hay que tener mucha fe, poco trabajo y bastante dinero para desembolsar 495 euros por una jornada maratoniana que empezará -para los afortunados que opten por el avión- a las cuatro y media de la mañana y acabará  bien entrada la  madrugada del día siguiente. Todavía más sufrida aunque algo más asequible será la experiencia para los que se decanten por alguno de los autocares que organiza la ANC. Quinientos euros por un día sin gastos incluidos y sin turismo, eso vale defender los supuestos derechos del líder Puigdemont que podría ser paradójicamente el gran ausente de la jornada.

El expresidente, más preocupado por sortear su detención en el caso remoto de que se reactivara su euroorden podría dejar plantados a sus fieles. Tampoco eso supondría una crítica, nadie asume un gasto tras otro para enfadarse con los suyos. Ellos vendrán satisfechos porque alguien les dirá que Europa esta vez sí les mira, volverán con sus ganas intactas de sumar más viajes, más camisetas, más 'germanor' en forma de protesta.

¿Cómo van a dudar de tanta verdad a medias, de tanta promesa incumplida? Pagan por creer y quien paga, manda. No hay más.