Ventana de socorro

Luz disponible

Julián Rodríguez, fallecido el pasado sábado, no necesitaba más que estudiar cada momento para reproducirlo con la suavidad y contundencia de quien solo se maneja bien con la verdad

El escritor y editor Julián Rodríguez.

El escritor y editor Julián Rodríguez. / periodico

Ángeles González-Sinde

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En cine existe una variante: rodar con luz disponible. Significa ir ligero, sin iluminación artificial. Se filman entonces las escenas sin focos, con la luz que brinden los espacios naturales. Es inusual porque en el cine, para que las situaciones parezcan reales, hay que aderezarlas. En el polo opuesto están los fotógrafos de prensa que solo trabajan con lo que hay. Admiro y envidio su habilidad para en un instante echar cuenta de los parámetros de apertura, velocidad de obturación, sensibilidad y sacar una foto interesante, un retrato favorecedor sin depender de nada ni de nadie. El buen fotógrafo de prensa te mira, examina el entorno y con su ojo clínico te dice “ponte aquí, mira allá” y dispara. Con lo puesto.

Hay quien piensa que trabajar con luz disponible nos condiciona, pues tenemos que ajustarnos a lo que hay sin poder amoldarlo a nuestras necesidades. Yo considero liberador prescindir de la parafernalia del cine, tantos recursos humanos y materiales, tantas horas para lograr que lo que se filma parezca que sucede ante los ojos del espectador sin preparación, cuando es justamente lo contrario.

La vida se vive con luz disponible, pero a veces queremos meterle algún reflector que borre las sombras, que no marque nuestras arrugas y ponga en primer término lo que está escondido y oculte lo que afea. Queremos controlar lo que nos pasa y cómo lo vivimos. Según los psicólogos nuestro mundo tecnificado nos hace vivir con la falsa sensación de que dominamos nuestras vidas. Nos hace creer que somos inmunes al azar, a la enfermedad, a las catástrofes. Nuestros antepasados en cambio sabían que una sequía, una plaga, demasiado frío, traerían una mala cosecha y todo cambiaría. Pienso que así escribía, editaba y se ocupaba de arte Julián Rodríguez, fallecido el pasado viernes. Julián no necesitaba más que estudiar cada momento para reproducirlo con la suavidad y contundencia de quien solo se maneja bien con la verdad. Hacía muchos años que le conocía y serán muchos los que eche de menos su apreciación de la luz de su Extremadura natal y de todo cuanto le tocó vivir y supo regalarnos.