Dos miradas

Vecinos

Helicóptero en el incendio de la Torre de l'Espanyol.

Helicóptero en el incendio de la Torre de l'Espanyol. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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El fuego terrible del Ebro ha generado, al menos, dos tipos de comentarios. El primero: "Ahora sí que os va bien que el Ejército intervenga, ¿no?". El segundo, la constatación de la ilusión lesiva donde viven algunos, como el 'conseller' Buch. "Estamos en el Ebro  -ha dicho-, cerca del Estado español, y cualquier ayuda es buena". Y ha añadido: "Los vecinos se ayudan mutuamente". Y que si hubiera pasado en el Empordà, el vecino sería el Estado francés. Es decir: el Ebro (y Catalunya) están "junto a" dos estados, con lo cual se infiere que el tercero en discordia también es un Estado, que debe de ser esta república ficticia donde, incluso en situaciones extremas como la de un incendio devastador, están instalados.

Tan fácil que habría sido decir algo así: "Somos ciudadanos españoles y pagamos impuestos a la Hacienda española y pagar impuestos implica también tener derecho a prestaciones públicas, tales como disponer de mecanismos para apagar un fuego. Es decir, no nos ayudan porque sean vecinos sino porque toca hacerlo”. Nos olvidamos demasiado a menudo que la política es administrar recursos escasos y no construir suntuosos castillos aéreos u obligar a los demás a comulgar con ruedas de molino.