Ante la investidura

¿Está hoy Pedro Sánchez como Rajoy en el 2015?

La investidura se enrarece y, como entonces, la actitud de Pablo Iglesias puede acabar siendo determinante

maria-titos

maria-titos / periodico

Joan Tapia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hace pocos meses la derecha exigía elecciones urgentes para echar al 'okupa' de La Moncloa. Fracasaron, pero la clara victoria de Pedro Sánchez en las legislativas, municipales y europeas tampoco ha acabado de resolver el problema de gobernabilidad que España arrastra desde fines del 2015. El PSOE es el primer partido, pero con 123 escaños está lejos de la mayoría necesaria para la investidura.

En las elecciones del 2015 el PP sacó también 123 diputados -los mismos que ahora el PSOE-, se tuvieron que repetir elecciones y Rajoy sOlo consiguió formar Gobierno a finales del 2016 gracias a una tormentosa abstención socialista que forzó la renuncia de Sánchez al escaño.

El PSOE rechaza el Gobierno de coalición y apuesta por el modelo de Portugal o Dinamarca: Gobierno monocolor y pacto de programa

¿Estamos hoy ante un escenario algo similar que pueda acabar en nuevas elecciones? En parte sí; el ganador (entonces el PP, hoy el PSOE) tiene solo 123 diputados (lejos de la mayoría) y ahora Pablo Casado, como entonces Pedro Sánchez, aplica el 'no es no' a la investidura de su adversario. Pero el clima es otro. Entonces el PP se hundió al perder la mayoría absoluta del 2011 y ahora el PSOE ha saltado de 85 a 123 escaños, mientras el PP se ha desplomado a 66. 

Una diferencia más sustancial es que tras las elecciones del 2015 habría habido una mayoría alternativa si Pablo Iglesias no hubiera vetado el pacto PSOE-Cs. Ahora con este parlamento no hay Gobierno alternativo posible al de Sánchez. E incluso si se repitieran elecciones las encuestas (la de GAD 3 para el 'Abc' entre otras) dicen que la situación sería la misma. Solo Pedro Sánchez podría ser investido.

Hay no obstante un punto de continuidad. Como ni el PP ni Cs están dispuestos a una abstención para que el PSOE gobierne sin pactos con Podemos (cosa que verían bien sectores empresariales como muestran las declaraciones de los presidentes del Foment y la CEOE), la investidura depende de la actitud de Podemos ante Pedro Sánchez. ¿Puede hacer fracasar Iglesias la investidura socialista como en el 2015? Entonces fue porque creía inadmisible la alianza PSOE-Cs, ahora sería porque Pedro Sánchez se niega a un gobierno de coalición.

¿Qué acabará pasando? Hoy por hoy las posturas parecen muy alejadas, pero en política quince días son una eternidad. La posición de Iglesias tiene cierta lógica parlamentaria. Si Sánchez solo tiene 123 escaños, es complicado que gobierne solo. Pero no es toda la realidad. Con Podemos tendrían 165 escaños, pero tampoco la mayoría necesaria porque el PNV no quiere a Iglesias en el Gobierno.

Y hay argumentos de lógica política. En Portugal y en Dinamarca, donde los socialdemócratas acaban de ganar sin mayoría, hay gobiernos monocolores con acuerdos con partidos mas a la izquierda. Por una razón principal. Las izquierdas tienen un norte común -reducir la desigualdad social-, pero los caminos para llegar ahí son distintos. Por ejemplo, el PSOE no quiere flirtear con iniciativas que han llevado al drama de Venezuela mientras Podemos sigue ambiguo respecto a Maduro.

El PSOE -como ahora la Syriza griega- sabe que la economía no puede olvidar las exigencias del euro y Podemos todavía no ha dicho si prefiere a Tsipras o a Varoufakis. Tsipras va a perder en Grecia el próximo domingo, pero no ante la izquierda sino ante Mitsotakis, la derecha de siempre. Y el euro no es un detalle sino el eje fundamental de la política exterior y económica. España, junto a Francia y Alemania tras la deriva populista de Italia, debe garantizar el modelo social europeo. La desconfianza en la economía acarrearía lamentables consecuencias sociales ahora que empezamos a salir de la crisis. Y Pablo Iglesias, incluida su locuaz personalidad, no transmite una imagen de solvencia.

Hay más factores. Una división radical entre un ejecutivo de izquierdas y una oposición de derechas generaría una gran crispación -no solo pero también por el cisma respecto a Catalunya- que obstaculizaría el retorno a una cierta normalidad. Y a España le conviene un periodo de desinflamación.

¿Cómo acabará el duro pulso entre Sánchez e Iglesias? No se sabe, pero no es imposible que la asignatura quede para septiembre. En el forcejeo, el PSOE afirma que no habrá tal convocatoria porque Sánchez irá directo a elecciones. Pero septiembre llegará y entonces la investidura no se decidirá en función de preferencias políticas. Lo determinante será qué partido tenga más miedo a la repetición electoral. Los grupos catalanes -al menos ERC y Artur Mas- parecen creer hoy, en casual coincidencia con la CEOE, que la investidura de Sánchez es -como mínimo- el mal menor.