Opinión | Análisis

Rafael Tapounet

Periodista

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Fotos del ayer

La imagen icónica del tridente celebrando un gol nos explica quiénes fuimos pero nada nos dice del Barça que queremos construir

Suárez, Neymar y Messi, en la icónica foto del tridente de 2015.

Suárez, Neymar y Messi, en la icónica foto del tridente de 2015. / REUTERS / ALBERT GEA

En 'Retromanía', influyente ensayo sobre la obsesión de la industria del entretenimiento por el reciclaje de logros pretéritos, el crítico y articulista inglés Simon Reynolds emplea una analogía entre la contabilidad y la cultura pop para subrayar la truculencia y el cortoplacismo de las estrategias basadas en el revival. "Como la gente que manipula las cuentas, utilizamos aspectos del pasado para maquillar que los réditos del presente son insuficientes –sostiene Reynolds-. Así, no somos conscientes de sus deficiencias, pues las rellenamos con elementos antiguos".

'Retromanía' es un libro que habla de música (por encima de todo), de cine y de moda, pero las prácticas que describe en ese párrafo se parecen mucho a los extraños movimientos que está haciendo el FC Barcelona en este mercado de fichajes. Y no (o no solo) porque el anunciado trueque entre Jasper Cillessen y Neto sea una operación de maquillaje de cuentas de manual, sino porque todo el serial montado en torno a un supuesto regreso de Neymar al Camp Nou se corresponde a la perfección con esa voluntad de agitar los espectros del pasado a fin de desviar la atención de los "insuficientes réditos" del presente de que habla Reynolds.

La recompra de Neymar se antoja una operación temeraria en lo económico, dudosa en lo deportivo y ruinosa en lo moral

La recompra de Neymar se antoja un negocio temerario en lo económico, incierto en lo deportivo y, déjenme decirlo, ruinoso desde el punto de vista moral (ya sé que hoy casi parece de mala educación considerar la dimensión noral de las decisiones que se toman en el fútbol de élite). Pero no hay duda de que como ficción literaria es terriblemente eficaz; de hecho, toda la letra impresa y las leyendas de transmisión oral que el brasileño ha generado en estas semanas han servido para que el área deportiva del club azulgrana pudiera cerrar discretamente el expediente del fracaso en la Champions y en la final de la Copa del Rey sin sufrir daños aparentes.

El relato de las peripecias de Neymar en los últimos años, con su huida irracional del edén barcelonista, su caída en desgracia en la Babilonia parisina y su arrepentimiento un tanto teatral en busca de redención, funciona además muy bien narrativamente, por cuanto reúne todos los elementos de las grandes tragedias griegas, historias protagonizadas por héroes arrogantes que, llevados por pasiones desmesuradas, desafiaban los límites impuestos por los dioses ('hibris', llamaban a eso los antiguos) y eran castigados por ello.

Ahora bien, el peligro es que alguien con responsabilidad de mando y firma en los documentos oficiales llegue a confundir ese ejercicio literario, concebido como maniobra de ocultación (se trata de eso, ¿no?), con una posibilidad real y acabe metiendo al club en una aventura insensata que solo se explicaría por el deseo obsesivo de volver a colgar de la pared el póster con la fotografía del tridente celebrando un gol frente al Atlético de Madrid. Es esa una imagen icónica que nos explica quiénes fuimos, sí, pero que nada nos dice del Barça que queremos construir. Si es que queremos construir algo y no limitarnos a reeditar los álbumes de cromos antiguos. Fotos de ayer. Pura 'retromanía'.