Dos miradas

Rivera y la soledad

Albert Rivera conduce con mano firme la nave de Ciudadanos hacia una costa que no parece convencer a casi nadie

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Emma Riverola

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Albert Rivera conduce con mano firme la nave de Cs hacia una costa que no parece convencer a casi nadie. Ni a los que alentaron la construcción de la nave ni a los compañeros de viaje. Siempre se acusó al partido de navegar según los intereses económicos. Ahora, lejos de rutas marcadas, el artefacto está en riesgo por una decisión tan personal como poco compartida de Rivera. El goteo de abandonos no cesa. Algunos especialmente dolorosos para el timonel, como el del portavoz económico del partido. Toni Roldán ha acusado a la dirección de desvirtuar los principios de "reformismo, regeneración y batalla contra el nacionalismo” que constituían su razón de ser. Pactar con la ultaderecha de Vox nunca debió ser una opción.

Si el ‘no es no’ de Pedro Sánchez a Mariano Rajoy se convirtió en el tozudo puntal de su carrera, Rivera parece haber hecho lo propio con su negativa a Sánchez. Al líder del PSOE lo descalabraron quienes le auparon y él se apoyó en la tropa. El de Cs se autolesionó al ver frustradas sus expectativas. Ambos estaban heridos, pero a Rivera no le acompañan ni el poder ni la leyenda. Demasiada soledad.