Al contado

Boicots y otros sinsentidos

Estas iniciativas recuerdan las expresiones "afecto" o "desafecto" al régimen que creía desterradas del vocabulario

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Agustí Sala

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He recurrido al diccionario  para encontar un adjetivo que se ajuste a lo que quiero decir. Sinsentido, sin necesidad de echar mano de los insultos, parece la más adecuda: "cosa absurda y que no tiene explicación". 

Pues eso me parece que es un boicot de carácter comercial en la actualdad. Quizás tenía algún sentido cuando a mediados de la segunda mitad del siglo XIX los granjeros dejaron de trabajar, comprar y vender al capitán Charles Cunningham Boycott, administrador de las fincas de un terrateniente en el condado de Mayo, en Irlanda, por la forma en la que los trataba. Áhí nació la palabra. Pero ¿qué sentido tiene hoy?  

Este tipo de iniciativas movidas por personas que se actúan más con las vísceras y el odio que por el raciocinio son una especie de bumerán. Apelar a dejar de comprar unos determinados productos porque son catalanes o de cualquier otro lugar puede acabar perjudicando a la economía propia, a las empresasproveedores y trabajadores.

En un mundo en el que las cadenas de suministro son totalmente globales, un producto, por más ligado o identificado que esté con una región o país tiene componentes que provienen de otros sitios. En una botella de cava, por ejemplo, en principio, su contenido se ha elaborado con uvas de la denominación de origen, que abarca esencialmente la zona del Penedès en Catalunya, pero también, aunque con mucho menor peso, Extremadura, Aragón, La Rioja o Valencia ¿Y el tapón? Con mucha probabilidad procede de Extremadura Andalucía. Y lo mismo sucede con otros productos o marcas que se vinculan con Catalunya.

Por si este tipo de actuaciones no fueran suficientemente dañinas, como queda demostrado por la evolución de la producción del cava en la campaña pasada, ahora la Assemblea Nacional Catalana (ANC), responde con una web, 'Consum Estratègic', a través de la que se pueden buscar aquellas empresas que están comprometidas con la república catalana y que rechaza a las "empresas de tipo oligopolístico que participaron abiertamente en la campaña del miedo" contra la independencia.  Esta iniciativa, que ya comenzaron el año pasado, no defiende el consumo de proximidad, sino que aviva el enfrentamiento y atenta contra la racionalidad económica. La iniciativa ha merecido el reproche tanto de Foment del Treball como de PimecFoment del TreballPimec, que para otras cuestiones están enfrentadas.  Llama la atención el clamoros silencio de la nueva Cambra de Comerç de Barcelona de mayoría independentistaa promovida por la ANC.

No me extraña. Con extremo cinismo desde la ANC aseguran que se trata de una actuación en positivo, es decir, de favorecer a unas determinadas empresas. Pero eso presupone, aunque sea implícitamente, llamar al boicot contra otras compañías a las que no se otorga carnet de catalanidad. Me recuerda la expresión "afecto"  y "desafecto" al régimen que creía que hacía años que habíamos desterrado de nuestro vocabulario. Al menos del económico.