Análisis

Lo que ha mostrado el fallo de 'La manada'

Hemos ganado todas, con el poso amargo de una lucha larga cargada de sinsabores

Los tres jueces del Tribunal Supremo.

Los tres jueces del Tribunal Supremo. / periodico

Ana Bernal-Triviño

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Al fin hay justicia.

NO es abuso, es violación.

El Supremo es rotundo en su fallo. Habla de error en la calificación jurídica, de intimidación, de la ausencia de consentimiento y de que ella tuvo que someterse ante “la angustia e intenso agobio que la situación le produjo”. Un caso que muestra lo importante que es llamar a las cosas por su nombre, ahora que algunos partidos están interesados en desmontar nuestros derechos y conceptos. Llamar a la violación, violación; y a los violadores, violadores. Sin atenuar un ápice sus hechos.

El caso ha mostrado las graves asignaturas pendientes que quedan.

Una, la justicia patriarcal. En el último año, varias sentencias de violencia de género del alto tribunal han marcado el buen camino, pero llegar hasta ahí no es fácil. Es un acto de resistencia absoluto. Antes, una víctima se encuentra con la falta de formación de muchos agentes jurídicos. Con la presencia de magistrados machistas que condenan a la víctima, y a todas las mujeres, y libran de su responsabilidad a los agresores. Como aquel juez que veía una película porno y “jolgorio sexual” en una violación. Este fallo del Supremo NO significa que la justicia no sea ya patriarcal, como algunos listos dicen. Significa que antes de llegar al Supremo sigue existiendo en la justicia ese machismo que se vale de estereotipos, que revictimiza y que no reconoce la violencia sexual. Eso es un peligro.

Hoy la fiscal ha puesto sobre la mesa otro punto clave para nosotras. Podemos salir de ocio y de fiesta sin ser cuestionadas. Ha expresado que “hablar en un banco” o “darse un beso” no tiene “mayor trascendencia”. El mensaje de la fiscal es el que hay que asimilar. Besar, tomar una copa, reír o hablar con un chico no justifica las violaciones. Tenemos derecho a divertirnos porque divertirse no es delito. Agredir, sí.

Si algo ha demostrado también este caso es la cantidad de machismo que queda por combatir. Aquellos que ningunearon el sufrimiento, machistas que se burlaron de las feministas o que desautorizaron a juezas que señalaban el error de esa sentencia. Hemos ganado todas, con el poso amargo de una lucha larga cargada de sinsabores.

Para llegar a hoy han pasado tres años. Tres años de señalar a la víctima y a su familia, de un desgaste emocional intenso, de zancadillas para recuperarse de las secuelas, de una vida expuesta ante todos. Tiempo perdido y dolor de más, ese el resumen que hay detrás de este fallo. Ella podría haberse ahorrado mucho sufrimiento de no ser por aquellos primeros jueces. Y hubiese sido muy fácil si España, como otros países, por entonces ya hubiese aplicado lo que nos pide el Convenio de Estambul con la reforma del Código Penal.

Por último, un mensaje a todos los violadores: vuestras fantasías sexuales son agresiones y son delitos. NO es NO y la ausencia de SÍ también es NO. A partir de ahora el fallo sienta jurisprudencia. Tenéis los días contados. No busquéis más excusas. Que la vergüenza, el estigma y la cárcel caiga sobre vosotros.