La investidura de Colau

Valls, de estrella a asteroide

El exprimer ministro se ha convertido en víctima propiciatoria de una maniobra de Rivera, ha regalado la miel a Colau y se ha quedado sin aguijón

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard / periodico

Xavier Bru de Sala

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Una vez han picado, y de qué manera, las avispas vuelven a sorber néctar como si tal cosa. En cambio, las abejas se lo deben pensar mucho antes de clavar el aguijón, ya que después mueren. Como una abeja obrera cualquiera, Manuel Valls ha regalado la miel de la alcaldía a la reina Colau y ha destruido el futuro político de Ernest Maragall. Con esta acción, Valls se ha convertido en la víctima propiciatoria de una maniobra de Albert Rivera que es todo un clásico. De manera tan decidida como ingenua, el edil ha ejecutado el trabajo sucio y a continuación ha sido condenado por su acción reconvertida en defección. El portazo del tránsfuga Celestino Corbacho aniquila las posibilidades de quien lo fichó de contar para formar mayorías, es decir, para algo en el Ayuntamiento de Barcelona. Valls ha picado muy fuerte, ha regalado la miel y se ha quedado sin aguijón, con el capital político con números rojos.

Todo el mundo interpreta el retorno del lazo amarillo en el balcón del Ayuntamiento como un gesto conciliador de Colau hacia ERC. También es una bofetada a Valls en pago por el favor. Ahora Valls es utilizado por los enemigos internos y externos de Rivera. Pero el líder de Ciudadanos y su cohorte de catalanes que se han pasado a la política española disponen de un partido extendido y consolidado. A Valls, que admitió haber fracasado en doble intento de frenar el independentismo y el populismo, le cuesta admitir su condición de estrella fugaz.

Si en política abundaran los terrenos vírgenes por conquistar, tal vez Valls tendría futuro. Pero cuando un exgran político cae víctima de una trampa tan evidente, sufre un escarnio como el del lazo amarillo y no consigue mover ni un milímetro la posición del partido que pretendía centrar, la conclusión obvia es que ha dejado de ser un gran político. El exprimer ministro ha pasado de estrella rutilante de la política europea a pequeño asteroide local. De momento.

Sin apoyos en Madrid

Si Valls dispusiera de perspectivas a la medida de su ambición, en vez de convocar una rueda de prensa en Barcelona dictaría una conferencia en Madrid rodeado de personal de peso y significación dispuesto a abrirle camino para ser la alternativa centrista contra Albert Rivera. Como en Madrid no le admiten, especula bajo cuerda con las posibilidades, no de liderar sino de apadrinar -o más simular que apadrina- el nuevo espacio político del catalanismo liberal y sumiso. Un territorio exiguo, como demostró la derrota de Unió, donde no pocos bregan para seguir los pasos, si son admitidos, de Ramon Espadaler, diputado por el PSC. Incluso en el caso de que los múltiples, diversos y dispersos y por si fuera poco crecientes núcleos que se esfuerzan por adueñarse de esta supuesta bolsa de votantes, hoy por hoy imaginaria, lograran superar las dos barreras que tienen delante, ponerse de acuerdo y presentar una oferta distinta de la socialista, nadie se imagina que a continuación ofrecieran el mando o un puesto de honor a Manuel Valls.

Según los promotores de Valls, que Ada Colau repita como alcaldesa certifica un gran fracaso a la hora de intervenir en política. Tantos esfuerzos y energías destinados a recobrar un lugar en el ágora para tener que consolarse con la reconversión del mal absoluto en mal menor. No valía la pena. No vale la pena volver a intentarlo. El peligro inminente ha pasado. La inquietud merma. El independentismo está dividido, no amenaza y ya no crece al ritmo de antes. En estas circunstancias, mejor dejar tranquilos a los socialistas, reconocer y agradecer que hayan abandonado la ambigüedad, y esperar que sean ellos los que marquen a la alcaldesa y la amarren al centro como Pedro Sánchez a Pablo Iglesias. Ahora, el principal peligro es que los 'comuns' se entiendan con ERC y solo Collboni puede tratar de impedirlo. Encima, los socialistas gobiernan en Madrid y quien aspire a algún favor no tendrá otro remedio que pasar por la oficina de Iceta. Los demás lobis están cerrados desde hace tiempo. En la política catalana solo hay dos fuerzas en ascenso, ERC y PSC. Las apuestas son a blanco o rojo. No es momento de despistarse.

Volvamos a la estrella convertida en asteroide. La fábula habla de la rana que reventó porque quería ser como el buey, pero no especifica, quizás por piedad, si la rana era antes un buey, por ejemplo francés, que se había empequeñecido hasta el tamaño de una rana, por ejemplo en Barcelona. No hay palingenesia (nombre culto y elegante para designar resurrección o retorno) pero sí algo peor que transitar de estrella a asteroide, y es pasar de pequeño asteroide a diminuto asterisco, de protagonista de la historia a nota a pie de página.