Gritos a Colau

Hiperventilados

Los núcleos más reaccionarios del independentismo, con su actitud agresiva, refuerzan los sectores de los 'comuns' más contrarios al entendimiento con el soberanismo

Protestas contra Colau en la plaza de Sant Jaume.

Protestas contra Colau en la plaza de Sant Jaume. / REUTERS / ALBERT GEA

Roger Palà

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Las protestas contra la investidura de Ada Colau han servido de escaparate para la peor cara del independentismo. La protesta de la plaza Sant Jaume contra los ‘comuns’ por su pacto con el PSC y la investidura con los votos de Manuel Valls degeneró en una serie de escenas patéticas. Los insultos machistas y clasistas contra la comitiva municipal durante el camino desde el Ayuntamiento hasta la Generalitat fueron lamentables. En definitiva, un espectáculo esperpéntico que los partidos independentistas de izquierdas deberían ser los primeros en denunciar.

Los hiperventilados que se desahogaron en la calle el pasado sábado no son ni mucho menos mayoritarios dentro del independentismo, que ha probado a lo largo de los años su carácter cívico y constructivo. Pero aún así, existe un núcleo exaltado y reaccionario que tiene una presencia e influencia significativa en las redes sociales, y en ocasiones, también en las calles. Ignorarlos o menospreciarlos -como ha hecho y sigue haciendo el independentismo mayoritario, con el argumento de que no representan a nadie y no hay que amplificar su impacto- no los hará desaparecer.

El fenómeno de los hiperventilados no es nuevo. De hecho, la primera víctima de estas actitudes no fueron los 'comuns', sino ERC. Durante la etapa del tripartito, el entorno de la antigua CiU alimentó un independentismo de corte derechista con el objetivo de desgastar los republicanos por su pacto con el PSC e ICV. Todo valía: desde el famoso DVD 'Confidencial.CAT' de David Madí, hasta los artículos y difamaciones anónimas en foros de internet, pasando por la proyección en los medios de una sólida nómina de opinadores que se dedicó a disparar de forma sistemática contra la alianza de izquierdas en general y ERC en particular, acusándola de ‘botiflera’ y traidora.

Con el tiempo, sin embargo, el fenómeno hiperventilado ha ido haciendo más complejo, y en todos los partidos soberanistas hay, en menor o mayor medida, trazas de este tipo de actitudes. Sin embargo, el independentismo derechista ha tenido dificultades a la hora de articular su presencia política. Partidos como Reagrupament o Solidaridad pretendieron representarlo pero se estrellaron en las urnas. El último intento electoral del filósofo mediático Jordi Graupera, apadrinado por la ANC, embarrancó en Barcelona. Hoy en día, probablemente es Junts per Catalunya que más recoge el espíritu de este soberanismo de ‘pit i collons’: el actual 'president' de la Generalitat, Quim Torra, militó precisamente en Reagrupament.

Que estas voces del independentismo más reaccionario se consoliden interesa especialmente a los sectores de los 'comuns' más contrarios al entendimiento de las izquierdas soberanistas. Pero que desde estos espacios se magnifiquen este tipo de actitudes de forma interesada no quiere decir que no existan y no se tengan que denunciar desde el independentismo de izquierdas. Aislar y desactivar a los hiperventilados es un paso imprescindible. En tiempos de trincheras, la complejidad y los puentes siguen siendo más necesarios que nunca.