Celebración masificada
Sant Joan en Ciutadella
Hasta que no se proteja la fiesta del turismo masivo, cualquier revisión de la tradición será vista como un ataque directo
Ricard Ustrell
Periodista
Ricard Ustrell
Estoy enamorado de las fiestas de Sant Joan en Ciutadella. Son días en los que adoro a un noble y a un cura que, junto a otros 'caixers' y 'cavallers', me hacen pasar las dos mejores noches del año. Entré en el universo 'santjoaner' preguntando y escuchando, hasta que me estudié los protocolos que detallan con religiosidad la fiesta, desde los vestidos hasta la música. Es impresionante. Lo hacen igual ahora que hace cien años. Y esta es la gracia de Sant Joan: el presente nunca altera la tradición. Aunque el turismo esté acabando con todo.
No es nuevo. Si Sant Joan cae en fin de semana, la isla se llena de catalanes y mallorquines, y con ellos, de turismo de borrachera, gente que exuda machismo e imperialismo y entra en las casas sin permiso o pierde el control en medio de los caballos. Esto ha provocado en los últimos años -y debido a un accidente mortal- duros protocolos de seguridad que hacen, por ejemplo, que haya gente de Ciutadella que no pueda ir a los juegos de Es Pla, uno de los momentos más singulares.
Por eso, cuando alguien intenta plantear algún tipo de cambio no quieren ni oírlo. Es precisamente una reacción defensiva a lo que genera el turismo. En mi caso, vivo con mucho respeto las fiestas, trato de no interferir en los debates, pero me sumo a lo que piden hace años: que limiten la entrada de gente en la isla durante las celebraciones. Si se regulara el turismo, no serían necesarias tantas restricciones de seguridad. Sería un acto reparador para generar confianza entre la Administración y el 'santjoaner', y entonces se podrían proponer otros debates que son necesarios en cualquier tradición. Pienso en uno que urge: el de revisar el papel de la mujer. Un tema que, cuando he intentado sacarlo, ha generado siempre mucho malestar.
Tengo la percepción de que hasta que no se proteja Sant Joan del turismo masivo, cualquier revisión de la tradición será vista como un ataque directo a sus recuerdos, emociones y antepasados. Y un sentimiento, cuando se hiere, no se repara. Estoy con Ciutadella.
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