Análisis

Madrid vuelve a las andadas

Aunque Cs niegue la evidencia, hay un pacto global con el PP y Vox

Martínez Almeida, nuevo alcalde de Madrid.

Martínez Almeida, nuevo alcalde de Madrid. / periodico

Carmen Juan

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Madrid ya tiene un nuevo alcalde. José Luis Martínez Almeida, un abogado del Estado crecido a la sombra de Esperanza Aguirre, que ayer desde la tribuna de invitados de Cibeles asistía satisfecha a su toma de posesión, acompañada de Ana Botella y Gallardón, en lo que podría ser muy bien un 'remake' del regreso de los muertos vivientes.

Madrid es la capital de España, la ciudad más importante del país, tan potente como una vicepresidencia y valiosa para hacer oposición. Desde que la derecha sumó para sacar a Carmena de la alcaldía no hubo dudas de que lo harían a pesar de los aspavientos negociadores que nos han entretenido hasta el último momento, en un intento desesperado de Cs por sacar algo de su generoso apoyo al PP, ni que fuera la alcaldía para Villacís en un patético relevo de dos años, y por marcar distancias con Vox, imprescindibles en los pactos de la derecha, aunque Cs se empeñe en negar esa evidencia.

Madrid es el premio gordo del pacto global suscrito en toda España por PP, Cs y Vox. La “competencia virtuosa” de la que hablaba Errejón para justificar la división del voto en la izquierda, le ha salido fenomenal a la derecha.

El PP sale reforzado, aumenta ampliamente con los pactos el poder territorial que le dieron los votos, gana Madrid con los peores resultados de su historia, se lleva los principales cargos y no muestra reparos ni sufre reproches por salir con Vox en las fotografías. no muestra reparos ni sufre reproches por salir con Vox en las fotografías. Casado ha vuelto a ganar perdiendo igual que logró en Andalucía. Entre el PP y Vox le han hecho a Cs una pinza a la que Rivera se ha entregado gustoso sin que se vea muy claro que va a ganar con ello. Logra alguna representación política de segunda fila, fracasa en su operación más importante, la operación Villacís y refuerza al PP, al que pretendía sustituir a costa de la censura de los liberales en Europa.

La ejecutiva de Cs decidió no cogobernar con Vox, igual que decidió no pactar con Sánchez. El partido dispone pero la realidad impone, quizá por eso en el pacto de 80 puntos negociado in extremis en Madrid, que enmienda en su totalidad el proyecto de Carmena, han colado expresamente la lucha contra la violencia machista, la defensa de los derechos LGTBI y que “el Orgullo seguirá celebrándose donde viene siendo habitual”, con lo que parecen tomarse muy en serio lo parecía una 'boutade' electoral de un partido del que dicen que no forma parte del pacto de gobierno.

Vox está empeñada en no quedarse al margen y reclama su cuota de poder en proporción a sus resultados. Si la ultraderecha tiene voto, también tendrá voz, quizá no en cargos de representación o juntas de gobierno, pero tendrá suficiente poder como para influir en partidas presupuestarias y acceso a todos aquellos organismos, instituciones y empresas públicas que forman parte de las superestructuras municipales.

Estos acuerdos trenzados van a hacer largos los próximos cuatro años en muchas alcaldías, pero a partir de hoy la ley ya permite que se puedan presentar mociones de censura. En política nada es gratis.