La clave

La visión del mundo de Vox

Abrir las puertas de las instituciones a la extrema derecha la ayuda a legitimar su dañina visión del mundo

Francisco Serrano y Santiago Abascal, en la rueda de prensa que han ofrecido este lunes en Sevilla.

Francisco Serrano y Santiago Abascal, en la rueda de prensa que han ofrecido este lunes en Sevilla. / JON NAZCA

Joan Cañete Bayle

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Gracias a Vox, la Junta de Andalucía destinará en sus presupuestos 100.000 euros para el apoyo a las comunidades andaluzas en autonomías con inmersión lingüística como Catalunya. Se trata, según el tripartido que gobierna en Andalucía, de que las comunidades andaluzas emigradas no pierdan sus raíces culturales, y que puedan financiarse, por ejemplo, clases de refuerzo en castellano para los niños escolarizados en otros idiomas como lengua vehicular, como es el caso del catalán.

La decisión da carta de autoridad a los tópicos que se acumulan en contra de la normalización lingüística: que el castellano está discriminado en Catalunya, que el catalán (lengua oficial del Estado, por lo visto para pesar de muchos) es un cuerpo extraño que se impone a los hijos de los emigrantes andaluces. Bebe también de los prejuicios alimentados respecto la integración de los emigrantes andaluces en Catalunya, clichés que solo sirven para alimentar la hoguera de intolerancia.

A PP y Ciudadanos no les habrá costado acordar esta partida presupuestaria, puesto que su concepción de la inmersión lingüística, del catalán y de cuál debería ser su posición respecto del castellano es idéntica a la de Vox.

Hay otra partida presupuestaria de alto voltaje ideológico. Los presupuestos incluirán ayudas para luchar contra la «violencia intrafamiliar», el término con el que la ultraderecha busca desnaturalizar la violencia machista. De nuevo, la decisión va mucho más allá de cuál es el monto económico. Implica legitimar desde el Gobierno andaluz que existe esa violencia intrafamilar. Legitimar el concepto y todo lo que la palabra oculta.

Cuando se habla de levantar un cordón sanitario a los ultras para que no entren en las instituciones no se trata solo de impedir políticas concretas. También se trata de que no se legitime su dañina visión del mundo, sus destructivos conceptos ideológicos. Donald Trump es un buen ejemplo. Más allá del daño que sus políticas concretas puedan causar, Trump es destructivo porque da carta de naturaleza, pátina de legitimidad, al racismo, la xenofobia, el insulto, el nacionalismo visceral, la mentira como herramienta para alcanzar y mantener el poder. Cuando él se vaya, su poso permanecerá. Por eso es tan nocivo pactar con según quién.