Universidad reconocida

La verdadera UAB

A lo largo de medio siglo, hemos crecido y madurado y seguimos aprendiendo que en la diversidad está el éxito y un futuro mejor

Estudiante en la biblioteca de la UAB en Cerdanyola,

Estudiante en la biblioteca de la UAB en Cerdanyola, / FERRAN NADEU

Gabriel Masfurroll

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Escribo estas líneas como presidente del Consell Social de la Universidad Autónoma de Barcelona porque me preocupa ver cómo nuestra querida universidad en ocasiones acapara portadas y minutos en informativos por acciones puntuales e inapropiadas, producidas la mayoría de las veces por grupos minúsculos que buscan su momento de gloria. Tristemente, lo que consiguen es perjudicar la reputación de una universidad en la que estudian casi 50.000 alumnos y en la que trabajan 7.000 profesionales. Una universidad abierta, llena de talento, con vocación por la innovación y audacia para mejorar el conocimiento y así poder transferirlo y compartirlo con la sociedad a la que pertenece y de la que recibe financiación. Así lo atestiguan distintos rankings en los que, a pesar de sufrir los avatares de la crisis y los vaivenes políticos que han reducido los últimos años considerablemente nuestros presupuestos, seguimos escalando posiciones.

Crisol de iniciativas

Nacida en 1968, toda una premonición, pues aquel año y sucesivos fueron años de revoluciones y cambios sociales y políticos en medio mundo, incluido nuestro país, la UAB es cuna de mestizaje y también crisol de iniciativas de todo tipo. A lo largo de este medio siglo, hemos crecido y madurado y seguimos aprendiendo que en la diversidad está el éxito y un futuro mejor. Pero también somos conscientes, y nos empeñamos en ello, de que desde el respeto ante la disparidad de ideas surgen la discusión y el punto de encuentro que, seguro, nos llevarán a buen destino. A eso se le llama democracia, palabra quizá demasiado usada, no suficientemente ejercida y cada vez menos creíble por el descrédito de algunos que la abanderan y luego, torticeramente, la manipulan a favor de sus propios intereses.

La UAB debe ser reconocida por la calidad de su docencia: sus egresados son la muestra palpable de ello. Por su excelente nivel investigador, con proyectos innovadores, pero a menudo desconocidos, que ayudan a mejorar muchos ámbitos de nuestra sociedad. Y, cómo no, por la solidaridad, con iniciativas como el programa de la Fundación Autónoma Solidaria a favor de las personas refugiadas, que lleva años realizándose con discreción y eficacia. Y es uno entre otros muchos que, a pesar de la falta de recursos, realizamos con pasión, enorme esfuerzo y convencimiento.

La UAB es punto de encuentro de ideas, sueños, destinos, personas, todas muy distintas, y estamos convencidos de que en la pluralidad, el respeto y la tolerancia está el destino de una sociedad mejor. Nuestra misión es formar profesionales, pero también ciudadanos, buena gente, aquellas personas que en breve formarán el tejido social de nuestro país, de nuestro mundo. Por todo ello, no podemos permitir que unos pocos, a veces incluso ajenos a la comunidad universitaria, malogren la reputación y años de esfuerzo de miles de personas que se sienten orgullosas de pertenecer a la UAB: la de cada día, la de la docencia, la investigación y la transferencia de conocimiento, la verdadera UAB.

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