ALIANZAS POSELECTORALES

Gobernar pactando pero sin coaliciones

Los partidos buscan superar el bloqueo con un abanico de eufemismos y nombres creativos

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, reunidos en el Congreso, el pasado martes.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, reunidos en el Congreso, el pasado martes. / periodico

Berta Barbet

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Uno de los fenómenos más curiosos del panorama español es la ausencia de gobiernos de coalición en el ámbito estatal. Esta situación, que contrasta con la gran variedad de pactos que ha habido en los ámbitos regionales y locales, crea cierta sensación de anormalidad democrática. Especialmente en un momento en el que el sistema de partidos parece estarse moviendo de forma clara hacia un multipartidismo que hace que ningún gobierno de un solo partido pueda representar de forma clara a una mayoría suficiente de votantes.

El actual debate sobre el posible pacto entre Podemos y PSOE no es más que la muestra de esta extraña dificultad. Parece claro que el equilibrio de fuerzas entre Podemos y PSOE justificaría la entrada de la formación de Pablo Iglesias en el Gobierno con un rol más activo del que han tenido hasta ahora. Un rol que le permitiera hacer valer su peso parlamentario y garantizar una mayoría parlamentaria más amplia a la que han tenido los últimos dos gobiernos en la legislatura anterior. Al mismo tiempo, no es descartable que este rol no va a ser en forma de socio pequeño de Gobierno ni en forma de Gobierno de coalición. A falta de detalles concretos, y si no hay sorpresa, el llamado Gobierno de cooperación parece más un Gobierno con guiños al espacio de Podemos, pero sin posiciones en el Gobierno de miembros de la ejecutiva del partido, que un Gobierno de coalición. Una situación que mantendría de alguna manera la situación de excepcionalidad.

En un país capaz de gobernar el nivel supraestatal con coaliciones sin problemas, ¿qué hace que sea tan difícil formar un Gobierno de coalición a nivel estatal? La respuesta seguramente tenga varias respuestas, pero hay dos elementos que creo que destacan claramente: un sistema de Gobierno que hace necesario tener el voto, por activa o por pasiva, de la mayoría de diputados incluso en contextos en los que no hay mayoría alternativa posible. Y un sistema de partidos que tiende a generar dos bloques bastante herméticos a izquierda y derecha que, cuando no consiguen imponerse claramente el uno al otro, dejan como únicos actores bisagra posibles a unos partidos regionales con pocos incentivos de entrar en el poder en el Gobierno del Estado pero con mucho poder para vetar opciones.

Vetos y desencuentros

Las negociaciones para formar Gobierno de coalición entre Podemos y PSOE se ven dificultadas por la necesidad de conseguir el voto positivo de un número importante de partidos regionales, no solo por los vetos que estos puedan imponer, también porque suponen un motivo de desencuentro añadido a la hora de priorizar socios. Al mismo tiempo, es imprescindible que la negociación entre las dos fuerzas tenga éxito si Pedro Sánchez quiere formar Gobierno sin los partidos del bloque de la derecha. Por eso estamos viendo el actual abanico de eufemismos y nombres creativos que los negociadores esperan permitan superar el bloqueo. Un bloqueo que probablemente nos mantendrá en la situación de excepcionalidad.