La oferta de Valls a Colau

El precio de las donaciones anónimas

El voto de la coalición anti-ERC a Colau como alcaldesa no es gratuito

Manuel Valls, en el foro de debate Primera Plana

Manuel Valls, en el foro de debate Primera Plana / periodico

Sergi Sol

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¿Qué ha ocurrido en esas escasas semanas que nos separan de esa Colau que se ofendía cuando se le preguntó si estaría dispuesta a llegar a la alcaldía con los votos de Valls-Ciudadanos?

Ocurre, sencillamente, que Colau no ha ganado las elecciones, ergo que las ha perdido frente a ERC. Aflora el instinto de supervivencia y sale todo, sin sordina. Para justificar el pacto con el diablo hay que echarle muchos arrestos y sacar a relucir las viejas rencillas. Perder la alcaldía de Barcelona es doloroso. Y los 'comuns', con Colau al frente, no tienen paliativo posible. Si costoso es llegar a la cima, más difícil es apearse de ella.

Colau ya sabe que el gran adversario a batir -por el 'establishment'- no es ella, es ERC; una ventaja que atraganta. Cuando la mano tenebrosa que mece la cuna ha decidido, como antaño, que antes roja que rota, poco cabe decidir para escudarse. Por mucho que endulcen a Valls y Rivera, saben muy amargos. Y esa es precisamente la mayoría envenenada que sustenta que Colau, pese a perder por 5.000 votos, pueda aferrarse a la alcaldía de Barcelona.

El hambre de Colau se junta con las ganas de comer (y de joder) de los socialistas, de zamparse a los 'comunes', por ende, de unos 'comuns' en crisis, como en crisis está Podemos, inmersa en un proceso cainita. Y ahí se frota las manos el PSOE, consciente que buena parte del capital electoral de Podemos puede volver al redil. Tal vez no se trate de reducirlos a cenizas, aunque sí de bajarles los humos, de apearlos del sueño dorado de construir una alternativa. El sueño se evaporó en una noche de verano. Eso mismo es lo que pretende el PSC de los 'comuns', que vuelvan al tamaño y rol de ICV, muleta del PSC en el mejor de los casos.

Parapetados

Por eso, mientras Colau se sigue parapetando tras la exigencia de un tripartito, con ERC y el PSC, que sabe inviable, Collboni sube la apuesta y deja a Colau sin vías se escape. Collboni no dudó, ante esa disyuntiva, en afear a Colau su propuesta negando a Maragall hasta una cordial charla. El gesto brusco de Collboni, incluso excesivo para un PSC que quiere encarnar la amabilidad y el diálogo, solo se entiende por la voluntad de meter a Colau en vereda, que quede claro quién manda y decide. Te vamos a hacer alcaldesa pero vas a bailar a nuestro ritmo. ¿Se creía Colau que los votos del conglomerado anti-ERC eran 'gratis et amore'? Todo tiene un precio en esta vida, como las donaciones anónimas. En el pecado está la penitencia, a merced del PSC y lastrados por los votos de la derecha extrema, la del cúter y el pasamontañas.

Hizo bien Ernest Maragall en citar a Collboni. E incluso le favorece el descortés corte de mangas de este. Y hace bien Maragall en subrayar la sombra del chantaje que proyecta el silencio de Colau mientras destacados 'comuns' compran, entre hambrientos y despechados, revalidar la alcaldía de la mano de Valls y ese PSC que afila los dientes tras su trasero. ERC debería gobernar con los 'comuns', ser generosa y cargarse de paciencia, como el 1 de octubre. Entonces se priorizó contar con el apoyo simbólico de Colau al referéndum. Ver votar a la alcaldesa de Barcelona se consideró un logro y aceptar su apoyo sin reprocharle que esta arrastrara los pies, una necesidad. No hubo maximalismos y sí mucho pragmatismo. Y salió bien.

*Autor de ‘Oriol Junqueras. Fins que siguem lliures’.