Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

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Verónica Martín y el día a día del maltrato

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Dice un periódico de la competencia: «Según las fuentes consultadas, el marido de Verónica Martín ha admitido, arrepentido, que ese día mantuvo una fuerte discusión con Verónica, en la que la amenazó con divorciarse y quitarle la custodia de los dos niños», tras que su hermana (la de él) le hubiera enseñado el vídeo erótico que corría por Iveco. El policía que se presentó en la casa de Verónica, al que Daniel le contó esta versión, a su vez me la contó a mí –y a otras cuantas personas que podrán confirmarlo–.

Hemos criticado hasta la saciedad a la persona que difundió el vídeo sexual de Verónica. Pero nadie ha osado criticar al marido de Verónica, ni a la incoherencia que supone que después de la bronca y del posterior suicidio, Daniel haya colgado una fotografía de la familia al completo en el perfil que compartían en Facebook, junto con las palabras «Qué bonita era».

Ilícito moral, ilícito penal

¿Y por qué nadie ha criticado al marido? Pues porque difundir un vídeo de Verónica sin su consentimiento es delito. Pero montarle una bronca no lo es. Lo segundo es un ilícito moral y lo primero un ilícito penal. Por lo tanto, aunque yo, a título personal, piense que su marido pueda ser tan responsable de la muerte de Verónica como la persona que difundió el vídeo, debo recalcar que ésta es una opinión personal, y que lo que llamamos «maltrato» en el ámbito de la psicología no se corresponde con lo que se llama «maltrato» en el ámbito jurídico.

Hemos criticado
a quien difundió
el vídeo sexual,
pero nadie ha
osado criticar
al marido

Una mujer se hace un vídeo erótico. Cinco años después, el amante lo difunde. Es delito de revelación de secretos. Otras personas lo redifunden. Posible delito de revelación de secretos, delito contra la integridad moral. Algunos se acercan al puesto de trabajo de Verónica y la señalan entre risitas mal disimuladas. Posible delito de acoso laboral. La pareja que debería sostenerla en esta situación se aprovecha de que Verónica está destrozada. La culpabiliza más aún y además la amenaza con perder lo que más ama: sus hijos. El legislador te dirá que la pareja no ha cometido ningún delito. Un psicólogo sí que llamará a eso 'maltrato', aunque el legislador no lo vea así. Pero recordemos que hasta el 30 de marzo del 2015 tampoco se hubiera considerado delito difundir un vídeo o una foto erótica que te hubieran enviado. 

La educadora social Marina Marroquí recoge en su cuenta de Twitter comportamientos que no se consideran legalmente maltrato, pero lo son, y que envían mujeres que los sufren: Que te llame 'peque', 'chiquitina', 'niña', 'enana', 'payasa', 'ridícula', 'tontita'...  y demás «apelativos cariñosos» con el mismo mensaje: eres pequeña, inútil, débil y dependes de mí. Que te grite que limpies en cuanto sale tu familia que estaba de visita (él súper majo y todo sonrisas), porque (según él) lo han dejado todo perdido, y así consiga que dejes de traer a tu entorno a casa.  Que te desaparezcan teléfonos de chicos de la agenda del móvil, y te caiga una bronca si te das cuenta, porque él dice que los ibas a contactar. Que amenace con suicidarse si le dejas porque dice que sin ti su vida no tiene sentido. Que siempre que quedes con tus amigas, al poco de llegar aparezca él, ¡qué casualidad!, en el mismo sitio. 

Juzgada, ninguneada...

Ninguno se considera legalmente maltrato. Y, sin embargo, una mujer que los va sufriendo se va sintiendo cada día juzgada, ninguneada, controlada… se hunde y se deprime.

Y mientras no digamos abiertamente que la actitud del marido de Verónica se llama 'maltrato psicológico', legitimaremos estos comportamientos y no sabremos enseñar a nadie relaciones sanas.