CHEQUEO

Esas rarezas de la economía española

La subida de los salarios sin dañar a los precios es una oportunidad para reducir la tasa de trabajadores pobres, la mayor de la UE

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Rosa María Sánchez

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Una cosa es lo que dice la teoría: cuando sube el empleo y los salarios aumenta el consumo, suben los precios y por consiguiente, hay más inflación.

Y otra cosa es lo que a veces sucede: crece la economía, aumenta el empleo, se aceleran los salarios y sin embargo la inflación permanece débil y aun se afloja más.

Eso último es lo que se desprende de la optimista revisión al alza de las proyecciones macroeconómicas que acaba de publicar el Banco de España. El organismo elevado en dos décimas la previsión de crecimiento para este año (al 2,4%) y en cuatro décimas la del empleo (al 2%), todo ello en un contexto de repunte de los salarios (con tasas superiores al 2%)  y sin embargo con una inflación débil que, además ha sido corregida a la baja, hasta el 1,1%.

Suben los salarios, la inflación no se recupera y esta paradoja, que también se da en el conjunto de la zona euro, trae de cabeza al Banco Central Europeo (BCE), impotente en su objetivo de situar la inflación cerca del 2% ni siquiera con tipos de interés del 0%. Este aparente contrasentido -insano, desde el punto de vista del BCE- puede ser interpretado sin embargo como una de esas rarezas que permiten que la economía española se siga comportando --al menos por ahora-- mejor que la de sus socios europeos.

La razón de que la reciente subida de los costes laborales no se esté trasladando a los precios es que los empresarios están optando por ganar un poco menos. "El contexto de incertidumbre global podría estar contribuyendo a que las empresas europeas se muestren más cautas a la hora de trasladar sus incrementos de costes a precios", según el jefe del Servicio de Estudios del Banco de España, Oscar Arce.

En los años más duros de las crisis económica subían los beneficios de las empresas en España mientras los salarios unitarios caían, crecía el paro y aumentaba la precariedad labora. En muchos casos era una manera de hacer un colchón en un contexto de incertidumbre, en el que los bancos no daban créditos a las empresas. Esto último cambió a partir del 2012 -por efecto de la política monetaria-, pero el conjunto de las empresas siguió aumentando su beneficio mientras volvían a recortar salarios, como muestran las estadísticas sobre el deflactor del valor añadido de la economía de mercado.

El giro se produjo en el 2018 y persiste en el 2019. Las estadísticas muestran que ahora los salarios se aceleran y que las empresas reducen sus márgenes de ganancia, tirando, tal vez, del colchón amasado durante la crisis (hablando en términos agregados; está claro que a todas las empresas no les fue igual). Ello permite alzas salariales sin mayores subidas de precios y, por consiguiente, sin dañar la competitividad. Y esta paradoja se convierte en España en una oportunidad para corregir su tasa de trabajadores pobres, la mayor de la Unión Europea. En definitiva, una esas rarezas que permiten que la economía española siga creciendo por encima de la media europea. No sabemos por cuánto tiempo. Veremos.