Al contrataque
Unidad y bomberos
Existe una parte de España -y no es pequeña- a la que no le importaría que el Estado recuperase buena parte del poder transferido a las autonomías
Carles Francino
Periodista
Carles Francino
No diré que sea un huracán, pero yo noto desde hace tiempo un viento que sopla muy fuerte a favor de la recentralización de España; a todos los niveles. Y no me gusta un carajo. Leí con gran interés el artículo de Josep Maria Fonalleras sobre las alharacas que se han hecho dentro y fuera de Catalunya por el hecho de que Rosalía tuviera el gesto de hablar en catalán durante su actuación en el Primavera Sound. ¡Pero si es de Sant Esteve Sesrovires! ¿En qué va a hablar si está cantando en Barcelona: en suajili?
Entiendo la perplejidad del escritor, pero es que el tema de la lengua resulta ideal para que salten chispas. Un empresario del Bierzo al que conozco desde hace tiempo me soltó un día, en lo más enconado del ‘procés’, una frase que me dejó helado:
–Habéis ido demasiado lejos. Esto tenía que haberse parado el día que se prohibió estudiar castellano en Catalunya.
–Ángel, ¡¿quién te ha dicho eso?! ¡Es mentira!
No hubo manera humana de que bajara del burro. La teoría según la cual los idiomas están para entenderse, y no para ser utilizados como arma arrojadiza, no acaba de cuajar. Pero más allá del conflicto lingüístico, hemos tenido otro ejemplo estos días a propósito de la bronca por los exámenes de selectividad; que si son más difíciles en unos lugares que en otros, que si en algunas comunidades se corrige con menos severidad... Solución: examen único en toda España.
De nada sirve que los profesores o los rectores universitarios se desgañiten diciendo que poner exámenes distintos no es sinónimo de desigualdad de oportunidades. Da igual, el panal sigue zumbando: «¡Todos iguales!». Y ese mismo discurso se aplica a la sanidad, a los impuestos, a la policía... a todo lo que se ponga a tiro. Yo se lo he escuchado a gente de derechas, de centro, de izquierdas y del córner: es transversal. Y lo que subyace en el fondo es incomodidad y hartazgo con el modelo autonómico alumbrado por la Constitución. Existe una parte de España –y no es pequeña– a la que no le importaría que el Estado recuperase buena parte del poder transferido a las autonomías.
A ello contribuyen el lío catalán y la irrupción de Vox, pero no nos engañemos: ahí hay más madera y un incendio en potencia. Tal vez convendría avisar a los bomberos antes de que el fuego resulte incontrolable. Por cierto, ¿alguien sabe si siguen existiendo bomberos? Porque últimamente solo veo pirómanos por todas partes.
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