Opinión | Editorial

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Colau, Maragall y los pactos

La prioridad para cualquier aspirante a la alcaldía de Barcelona deben ser la ciudad y sus ciudadanos

Ada Colau, a su llegada al plenario de Barcelona en Comú sobre los resultados de las elecciones municipales.

Ada Colau, a su llegada al plenario de Barcelona en Comú sobre los resultados de las elecciones municipales. / periodico

Las bases de Barcelona en Comú han avalado que Ada Colau opte a la reelección como alcaldesa de Barcelona. La decisión supone un cambio radical en el panorama poselectoral del consistorio, ya que abre la puerta a que Colau repita como alcaldesa con los votos de Jaume Collboni y de al menos tres de los regidores del grupo de Manuel Valls, Barcelona pel Canvi / Cs. al menos tres de los regidores del grupo de Manuel Valls, Barcelona pel Canvi / Cs.Un movimiento de este tipo, considerado como antinatural por la misma Colau durante la campaña, dejaría fuera de la alcaldía a Ernest Maragall, el candidato de ERC que ganó las elecciones municipales por un escaso margen. Desde la misma noche electoral, la presión sobre Colau por parte del independentismo en general y de ERC en particular ha sido enorme. La geometría del consitorio,  los vetos cruzados entre socialistas y republicanos, y el anuncio de Valls de que regala sus votos a Colau para frenar el independentismo han hecho que sobre la alcaldesa en funciones recaiga la decisión: o darle la alcaldía a Maragall o repetir en el cargo. Con la decisión del plenario –tomada después de que sea evidente de que el tripartito de izquierdas que propugnaba Barcelona en Comú no es factible a causa de los vetos entre ERC y PSC– Colau ha elegido la segunda opción.

Es una decisión legítima. Los pactos poselectorales con formaciones que respeten los valores democráticos elementales forman parte del juego democrático. Bien lo sabe el independentismo, que gobierna al otro lado de la plaza de Sant Jaume gracias a un pacto heterogéneo en lo ideológico (Junts per Catalunya y ERC, con el apoyo externo de la CUP) después de que en las elecciones autonómicas la fuerza más votada fuera Ciutadans. Colau y Collboni ya gobernaron juntos parte de la pasada legislatura; en cambio Colau y Valls tienen visiones políticas muy diferentes. Tanto, tal vez, como Junts per Catalunya y la CUP.

El debate no es ideológico, por mucho que el independentismo critique la incoherencia que para Colau supondría aceptar los votos de Valls. Para el independentismo es muy importante gobernar Barcelona en su pulso con el Estado. Para Valls, es prioritario que el próximo alcalde no sea independentista, y en este sentido la equidistancia de Colau es para él un mal menor.  Barcelona se ve de esta forma atrapada en una dinámica ajena a la gestión local. Es una mala noticia, ya que la prioridad para un cualquier aspirante a la alcaldía siempre deben ser la ciudad y sus ciudadanos. Barcelona no puede permitirse un bloqueo institucional a causa del ‘procés’.