Al contrataque
Que no se equivoque Ada Colau
Por la idea de Barcelona a la que ha dedicado tanto esfuerzo regenerador y por el conjunto de los objetivos de fondo de Barcelona en Comú, la alcaldesa en funciones no debería equivocarse
Antonio Franco
Periodista
Antonio Franco
Punto de partida. Si Ada Colau quiere, puede continuar en la alcaldía. Tras la donación de votos de Manuel Valls (sin contrapartida, sin necesidad de negociar para nada) y la afinidad programática del PSC (con quien ya gobernó Barcelona durante una buena etapa) tiene la palabra solo ella. Por el contrario, Ernest Maragall depende de la decisión de Ada.
El objetivo. Para que el Ayuntamiento despliegue una política de progreso y de lucha contra la desigualdad no es imprescindible que Maragall sea alcalde. Si el candidato de ERC quiere demostrar que esa es su prioridad y juega limpio podrá apoyarla desde la oposición.
La duda. Muchos dudan de que para Maragall la identidad de izquierdas sea prioritaria respecto al independentismo. En la campaña electoral su argumento central fue la necesidad y conveniencia de que Barcelona se muestre como capital independentista y encabece activamente el 'procés'.
Reculada. Maragall ha modificado su discurso para agradar a Colau desde que sabe que la decisión final es de ella. Ya descarta un pacto soberanista a tres con Junts (por la negativa de los 'comuns' a mezclarse con Puigdemont) y también ha renunciado a la opción de un tripartito de izquierdas (tras el 'no' del PSC a aliarse con ERC). Ahora su verdadera y única prioridad es ser alcalde. Para ello ofrece Barcelona en Comú un acuerdo a dos siempre que el alcalde sea él. Previsiblemente aún puede proponer dos años de mandato para cada uno si no tiene alternativa.
Los 'comuns'. Su proyecto no ha sido rechazado por la ciudad --ganó en varios distritos-- pese al puñado de papeletas que tras muchas campañas (engrasadas con abundante dinero) en su contra les han impedido ser la fuerza más votada. Es general el pronóstico de que Barcelona en Comú se hundirá si ahora pierde la posibilidad de ahondar, enmendar lo necesario y difundir su línea política desde la alcaldía. Esta cuestión excede por su trascendencia a la incomodidad personal de Colau y las incomodidades colectivas de toda la formación ante el derecho a decidir ejercido por Manuel Valls sobre algo que ellos ni le han pedido ni dejarán que les condicione.
Manuel Valls. Ha sabido convertir en una decisión política concreta su idea de que a Catalunya no le conviene la independencia que impulsa el Procés. La adoptó después de que la mayoría absoluta del voto barcelonés no apoyase al secesionismo y de que, pese a ello, los primeros discursos --los instintivos-- de Ernest Maragall sostuvieran la imprecisión o mentira de que Barcelona es independentista y de se comprometiera a trabajará desde la Casa Gran para conseguir ese objetivo.
Ada Colau. Por la idea de Barcelona a la que ha dedicado tanto esfuerzo regenerador y por el conjunto de los objetivos de fondo de Barcelona en Comú no debería equivocarse
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